El panorama electoral en Venezuela se perfila favorable para el candidato opositor Edmundo González, quien, según múltiples encuestas, obtiene una ventaja significativa sobre el actual presidente Nicolás Maduro de más del 20%. En el último sondeo de Delphos, por ejemplo, González alcanza un 59,1% en intención de voto frente al 24,6% de Maduro. Este rápido ascenso de González en la preferencia de los votantes es notable, considerando que hasta hace poco era un candidato relativamente desconocido.
Las encuestas también revelan un descontento creciente entre los votantes venezolanos, con un 65% de los encuestados expresando una imagen negativa del gobierno de Maduro. Al mismo tiempo, González ha conseguido consolidar su apoyo dentro de un amplio espectro de votantes, incluyendo un notable respaldo del 66% entre los indecisos, conocidos como ‘ni-ni’. El entorno actual de descontento y la búsqueda de cambio parecen jugar a favor del candidato opositor.
A medida que se aproximan las elecciones, los análisis indican que las condiciones no son simples. A pesar de la ventaja que muestra González, los analistas advierten sobre las tácticas que el régimen de Maduro podría emplear para minimizar esta brecha mediante control y movilización. La historia reciente muestra que el chavismo ha sabido revertir situaciones electorales desfavorables mediante estrategias bien organizadas.
Además, mientras la oposición parece más unida que nunca y motivada para votar, también hay preocupación por posibles acciones del gobierno para alterar la percepción electoral. El ambiente restrictivo que caracteriza al país, con la prohibición de publicar encuestas durante la semana electoral y la detención de opositores, plantea serios interrogantes sobre la transparencia y la reversibilidad de los resultados electorales.
Con las elecciones programadas para este domingo, María Corina Machado, otra líder opositora, ha advertido sobre las repercusiones potenciales si el chavismo no entrega el poder, sugiriendo que podría desencadenar una nueva ola migratoria. Esta tensión electoral no solo refleja la lucha de poder interna en Venezuela, sino también las implicaciones sociales y humanitarias que podrían derivarse de los resultados.
