Los cruces de migrantes en la frontera entre Estados Unidos y México han alcanzado niveles alarmantemente bajos, marcando una tendencia vista por última vez en 2020. Este descenso, revelado por nuevos datos federales, se produce en un contexto político complicado donde republicanos y demócratas luchan por el control de la narrativa sobre la seguridad fronteriza. Mientras la inmigración sigue siendo un tema candente para los votantes, el expresidente Donald Trump ha tomado la delantera, responsabilizando a la vicepresidenta Kamala Harris por la gestión de la frontera.
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En un intento por abordar el creciente problema de la inmigración y cerrar la brecha con Trump, Harris realizó una visita a la frontera el pasado viernes. Durante su visita, adoptó un enfoque más duro acerca de la seguridad fronteriza, respaldando políticas que han sido criticadas por algunos sectores de su propio partido. La candidata demócrata parece interesada en presentarse como una solucionadora de problemas al adoptar una postura más estricta, al mismo tiempo que busca avanzar en una reforma inmigratoria integral.
A pesar de su discurso, las cifras sobre encuentros migratorios han caído drásticamente desde que la administración Biden anunció una medida ejecutiva en junio pasado. En septiembre, se registraron aproximadamente 54,000 encuentros en toda la frontera sur, significando una notable disminución en comparación con meses anteriores, cuando se enfrentaban a números récord de cruzamientos.
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Este descenso en los cruce de migrantes coincide con la implementación de la mencionada medida ejecutiva, que prohíbe a los migrantes solicitar asilo en la frontera sur, imponiendo severas consecuencias a aquellos que intentan cruzar ilegalmente. No obstante, el acceso a la migración legal aún existe a través de vías alternativas, como la aplicación móvil CBP One, que permite a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) procesar hasta 1,450 citas diarias.
Un alto funcionario de la CBP afirmó que es crucial no solo hacer cumplir la ley en la frontera, sino también establecer colaboraciones internacionales y ofrecer caminos positivos para que las personas ingresen de manera ordenada. Las cifras actuales indican que los encuentros diarios rondan los 1,700, lo que plantea la duda sobre qué tan efectivo será el enfoque actual en la seguridad fronteriza.
Harris expresó que es necesario elevar las medidas de seguridad en la frontera, incluyendo la implementación de cargos penales más severos contra infractores reincidentes. Este enfoque marca un cambio significativo en comparación con los protocolos anteriores, afectando a quienes buscan asilo y obligándolos a hacerlo desde puertos de entrada legales.
A pesar de comprender la desesperación que muchos sienten al buscar un futuro mejor en Estados Unidos, la vicepresidenta enfatizó que el sistema migratorio debe ser seguro y ordenado. La administración enfrentará un gran desafío al tener que equilibrar la seguridad fronteriza con la necesidad de tratar las causas fundamentales de la migración.
A medida que se aproxima la temporada electoral, lo que sucede en la frontera será crucial tanto para los votantes como para los candidatos. Mientras Trump sigue utilizando la inmigración como un tema central en su campaña, Harris parece estar asumiendo un papel más comprometido con la seguridad fronteriza. La implementación de políticas más estrictas y la reforma del sistema migratorio serán temas clave a seguir, especialmente para miles de migrantes de México, Centroamérica y Venezuela que continúan buscando una vida mejor. La pregunta es: ¿será suficiente este nuevo enfoque para gestionar la crisis migratoria de manera efectiva?
