Desde octubre de 2025, solicitantes de visas de no inmigrante para Estados Unidos ya no podrán tramitar sus visados en países distintos al de su residencia. La nueva norma del Departamento de Estado restringe el proceso de entrevistas y emisión de visas a embajadas o consulados ubicados únicamente en el país de origen o residencia legal del solicitante.
El cambio llega en un momento de gran saturación del sistema consular: los tiempos de espera promedio para obtener una cita superan actualmente los 12 meses a nivel global. En América Latina, las demoras son aún más críticas: en Hermosillo pueden alcanzar los 22,5 meses, en Guadalajara más de 11 meses, y en la Ciudad de México cerca de 10 meses. En Bogotá, los solicitantes deben esperar más de 13 meses para una entrevista.
La nueva regla afecta a turistas, viajeros de negocios, estudiantes y trabajadores temporales por igual. Solo se exceptúan algunos casos especiales, como personal diplomático o funcionarios gubernamentales. Quienes ya tenían citas confirmadas podrán mantenerlas, pero si desean cambiar de fecha o sede, deberán cancelar y volver a pagar las tarifas correspondientes en su país de residencia.
El impacto será especialmente fuerte para nacionalidades cuyos países no cuentan con servicios consulares estadounidenses. Por ejemplo, los venezolanos deberán trasladarse exclusivamente a Bogotá para realizar sus trámites, mientras que los cubanos deberán hacerlo en Georgetown, Guyana. Para muchos, esto implica viajes adicionales, mayores gastos y una carga logística considerable.
Las consecuencias también podrían sentirse en sectores como el turismo y los eventos internacionales. Con los trámites más rígidos y las esperas más largas, miles de asistentes a la Copa Mundial de Fútbol de 2026, que se celebrará en Estados Unidos, Canadá y México, podrían enfrentar demoras o incluso quedar fuera por falta de visa a tiempo. Según datos recientes, el número de viajeros internacionales hacia EE. UU. ya cayó alrededor de 3 % en el último año.
En definitiva, la nueva política de visas representa una barrera adicional en el camino migratorio. Limitar los trámites al país de origen no solo encarece y retrasa los procesos, sino que aumenta la incertidumbre para millones de personas que sueñan con estudiar, trabajar o visitar Estados Unidos. Lo que antes era una dificultad burocrática ahora se convierte en un desafío fronterizo.
