Centroamérica se ha convertido en un punto de tránsito crucial para miles de migrantes en su camino hacia el sueño americano, ya que prácticamente todos ellos emprenden este viaje sin visados.
Históricamente, ha sido un corredor migratorio hacia Estados Unidos, pero en la actualidad se ha observado un aumento en el flujo de migrantes desde Sudamérica, especialmente de países como Venezuela y Ecuador, a través del peligroso Darién, una densa selva que separa Colombia y Panamá.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) emitió una advertencia sobre este creciente flujo migratorio a través del Darién, informando que se alcanzó un número récord de más de 100,000 personas cruzando esta área en 2023, seis veces más que el mismo período del año anterior.
Según expertos en migración, México es considerado la primera frontera de Estados Unidos, pero recientemente se ha intentado establecer a Guatemala como la nueva frontera sur. Este nuevo enfoque busca filtrar solo a los mexicanos en la frontera México-EE. UU., mientras que aquellos que no tienen esa posibilidad continuarán confiando en traficantes de personas y atravesando puntos ciegos.
En Centroamérica convergen tres flujos migratorios hacia Estados Unidos: los propios centroamericanos, personas de otras partes del mundo que quedan varadas y aquellos provenientes de Sudamérica, principalmente de Venezuela. Por tanto, Centroamérica ha funcionado y seguirá funcionando como una especie de tapón migrante, así como un lugar de expulsión y llegada de personas migrantes.
Los países estratégicos para gestionar estos flujos migratorios son Guatemala, Costa Rica y Colombia, según Gabriela Oviedo, coordinadora de “Movilidad Humana” de la ONG Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil). Colombia actúa como la puerta de salida desde Sudamérica, Costa Rica se convierte en la primera parada para aquellos que han cruzado el Darién y Panamá, y Guatemala se considera el paso previo a México.
Muchos migrantes continúan enfrentando desafíos en su camino hacia Estados Unidos, la situación genera preocupación y aumenta la incertidumbre entre las personas en tránsito a través de Centroamérica en busca de una vida mejor en Estados Unidos.
