En el sur de México, más de 3 mil migrantes venezolanos están atrapados en un limbo migratorio sin recursos ni documentos. Desde Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, suplican al presidente Nicolás Maduro que reactive los vuelos humanitarios del programa ‘Vuelta a la Patria’, pues no tienen cómo avanzar hacia la Ciudad de México, donde actualmente aterrizan los pocos vuelos disponibles.
Una de esas voces es la de Wilmary Villa, madre de dos niños, que ha tenido que reinventarse como vendedora de empanadas para sobrevivir. “Me levanto a las dos de la mañana para darles de comer a mis hijos”, cuenta. Su historia refleja el desgaste físico y emocional que enfrentan cientos de familias sin papeles, trabajo ni certeza sobre su futuro. “Ya no quiero vivir con carencias”, confiesa.
La situación se ha vuelto crítica. Sin dinero, sin pasaporte y sin permiso del INM, los migrantes no pueden avanzar ni regresar. Wilmary advierte que han visto a personas quitarse la vida por la depresión y el abandono, y que volver caminando implicaría arriesgar la vida en la peligrosa selva del Darién.
Se estima que en Tapachula hay al menos 2 mil venezolanos, y en Tuxtla Gutiérrez otros 1,500, según listas de Migración. Todos comparten una misma petición: ser escuchados. “No queremos quedarnos, sólo queremos volver”, dicen, ante una realidad marcada por la incertidumbre, el hambre y la desesperación.
Mientras tanto, el llamado a Maduro y su gobierno se vuelve más urgente. Para estas familias, cada día en el exilio es una batalla más que librar. Y lo único que piden es una oportunidad digna de regresar a casa.