En un impactante giro de los acontecimientos, tres jóvenes migrantes de Ecuador, Iván Ochoa, Tony Luna y Klever Montiel, fueron recientemente secuestrados en Ciudad Juárez, México, cuando intentaban llegar a la frontera con Estados Unidos en Texas. Procedentes del cantón Colimes, en la provincia del Guayas, estos jóvenes buscaban una vida mejor, sólo para encontrarse en manos de peligrosos delincuentes.
Los delincuentes responsables de su secuestro han enviado angustiosos vídeos a las familias de los migrantes secuestrados, en los que muestran su vulnerabilidad y desesperación. Se ve a las víctimas tumbadas boca abajo en el suelo, suplicando por sus vidas e instando a sus seres queridos a reunir el dinero del rescate para conseguir su liberación.
Las familias de los inmigrantes secuestrados trabajan sin descanso para recaudar los fondos necesarios para su rescate. Organizando eventos como venta de alimentos y otras actividades, están decididos a reunirse con sus seres queridos lo antes posible. Esta misión es aún más crucial dadas las dificultades económicas a las que se enfrentan estas familias, lo que hace que el proceso de recaudación de fondos sea aún más difícil.
Por desgracia, la situación se complica con la desaparición de un cuarto inmigrante que viajaba con el grupo secuestrado. Su familia busca desesperadamente cualquier información que pueda conducir a su paradero, publicando su foto en las redes sociales y pidiendo ayuda a la comunidad. La incertidumbre y el miedo que rodean a su desaparición no hacen sino agravar una situación ya de por sí angustiosa.
Esta trágica historia pone de manifiesto los peligros y complejidades a los que se enfrentan los inmigrantes que buscan una vida mejor. La implicación de los narcos, el secuestro y la corrupción dibuja un sombrío panorama de los retos que deben superar.