El Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE) proclamó el triunfo de Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales, en medio de denuncias de fraude por parte de la oposición. Con el 80% de las mesas escrutadas, el presidente reelecto obtuvo 5.150.092 votos, equivalente al 51,20%, frente a los 4.445.978 votos (44,2%) del líder opositor Edmundo González. A pesar de una participación del 59%, las irregularidades denunciadas por la oposición empañaron el resultado.
Durante la jornada electoral, caracterizada por la paz en general, un tiroteo en Táchira resultó en la muerte de un hombre, lo que fue el único grave incidente reportado. Post-cierre de las votaciones, la tardanza en el anuncio de resultados generó ansiedad y especulación, el presidente del CNE atribuyó el retraso a un ataque “terrorista”. Maduro sugirió que un “hackeo masivo” afectó la transmisión de datos, lo cual aumentó la desconfianza en el proceso.
La oposición, liderada por María Corina Machado, refutó los resultados, afirmando que su candidato había ganado con un 70% de los votos y exigiendo el respeto de la voluntad popular. El cuestionamiento al CNE ha sido persistente, dado que su directiva es vista como parte del oficialismo, lo que ha alimentado tensiones entre el gobierno y la oposición.
A nivel internacional, varios países y organismos han expresado dudas sobre la legitimidad de los resultados. Entre las críticas, el presidente chileno Gabriel Boric y el canciller peruano Javier González Olaechea denunciaron irregularidades y rechazaron el resultado. En contraste, países como Cuba y Honduras felicitaron a Maduro, resaltando la polarización de opiniones en la región.
Los detractores del régimen subrayaron que este es un momento crucial que podría transformar el futuro político de Venezuela. Las condiciones de transparencia del proceso electoral fueron severamente cuestionadas, incluyendo la inhabilitación de candidatos opositores y la falta de observadores internacionales. La jornada también se vio manchada por la aparición de encuestas a boca de urna poco confiables durante las votaciones.
El clima post-electoral estuvo marcado por la celebración en el Palacio de Miraflores, mientras en las calles de Caracas comenzaron a sonar cacerolazos y protestas de fraude. Habitantes de la capital expresaron su descontento y señalaron que la crisis económica los llevó a votar por la oposición por primera vez.
Con la declaración de resultados reconocidos pero impugnados, el futuro inmediato de la dinámica política del país se torna incierto. La sospecha de irregularidades y el amargo contexto social disparan la necesidad de un diálogo y una posible revisión de las circunstancias que llevaron a estas elecciones controvertidas.
A medida que se desarrolla esta crisis política, la atención internacional se centrará en la dictadura de Venezuela.