La migración es una travesía llena de desafíos y esperanzas para muchos, como lo es para Jorman, un joven venezolano que ha dejado atrás a su familia en búsqueda de un futuro mejor. “Es cosa de suerte”, comenta, al describir la inconsistencia en el tiempo de espera por la atención migratoria. Mientras algunos reciben respuestas en pocos días, otros pueden esperar hasta un año, dejando a sus seres queridos en casa con la esperanza de un pronto reencuentro. Jorman intercambia mensajes con su esposa y sus dos hijos, quienes permanecen en Venezuela. “Dicen que lo extrañan, pero hay que ir pa’ delante, ¿qué más va a hacer uno?”.
Refugio en La Merced: Historias de Supervivencia
La Merced, un importante mercado en la Ciudad de México, se ha convertido en un refugio para migrantes centroamericanos. Flanz Jean, un haitiano que llegó a México tras huir de la crisis en su país, trabaja en un local de carne de res. “En mi país todo está mal, necesito un lugar donde pueda trabajar”, expresa Flanz, quien ha aprendido a realizar cortes de carne y ha comenzado a dominar algunos términos en español. Vivió en Chile por tres años, pero la falta de un permiso de residencia lo obligó a seguir su camino hacia el norte. A diferencia de otros, Flanz no busca el sueño americano, sino que ha hecho de México su hogar. Actualmente, espera la respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), quien está evaluando su solicitud.
A pesar de la distancia y el sacrificio, Flanz se adapta a su nueva realidad. Vive en Chimalhuacán, Estado de México, y realiza un arduo recorrido de tres horas a diario para llegar a su trabajo. “Es difícil, pero hay que hacerlo. No queda otra, hay que buscar la manera de tener dinero para sobrevivir”, afirma con determinación. Su historia es solo una entre muchas en el Mercado de La Merced, donde otros migrantes enfrentan situaciones similares en busca de oportunidades laborales frente a la incertidumbre de su estado legal.
La Respuesta del Gobierno y la Realidad Migratoria
En medio de esta situación, el gobierno de la Ciudad de México ha minimizado el problema asegurando que los migrantes solo están de paso. Sin embargo, el jefe de Gobierno, Martí Batres, admitió que algunos decidieron quedarse de manera indefinida. La presión sobre los servicios y la infraestructura de la ciudad se intensifica a medida que más migrantes llegan, buscando establecer vínculos familiares o comunitarios. Durante los primeros ocho meses de 2023, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados ha recibido solicitudes de más de 8,000 migrantes en la ciudad, un indicativo claro de la creciente necesidad de apoyo.
La desproporcionada solicitud de refugio refleja las tragedias personales de aquellos que cruzan fronteras buscando seguridad. De las 52,395 solicitudes a nivel nacional, las nacionalidades más representativas son: Honduras con 21,529, Cuba con 11,052, Haití con 4,916, y Venezuela con 3,055. A pesar del esfuerzo de quienes buscan una nueva vida, muchos enfrentan la discriminación en la ciudad. Los migrantes con piel morena y negra, junto a su condición de desplazados, son parte de los grupos más vulnerables, según estudios del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred).
Con cerca de 4,000 migrantes en la Ciudad de México, la situación se vuelve cada vez más compleja. Aproximadamente la mitad de ellos vive en albergues, mientras que la otra mitad se acomoda en campamentos en espacio público. Sin embargo, muchos se encuentran en situaciones de acogida que no son registradas oficialmente, como arrendar habitaciones en vecindades o hoteles.
En resumen, el camino del migrante es largo y lleno de incertidumbre. Historias como la de Jorman y Flanz reflejan la lucha diaria por la dignidad y un futuro mejor. La necesidad de encontrar soluciones a la crisis migratoria en México es imperativa, y el camino hacia la inclusión y el reconocimiento de los derechos humanos es un paso esencial hacia un cambio significativo. La lucha por un lugar en el mundo, por un trabajo digno y por una vida sin miedo, continúa, a pesar de las adversidades y la espera interminable.