En un conmovedor acto de valentía y esperanza, una caravana de 200 migrantes ha decidido emprender un viaje por carreteras de Oaxaca en busca de un futuro mejor en Estados Unidos. La travesía comenzó hace varios días en Tapachula, donde miles de migrantes luchan por escapar de la pobreza, la violencia y las difíciles condiciones sociales. La caminata de esta pequeña caravana de migrantes ya ha recorrido más de 23 kilómetros desde San Pedro Tapanatepec hasta Santo Domingo Zanatepec, en el corazón del Istmo.
Aunque las noticias sobre las nuevas políticas migratorias de Donald Trump y las constantes deportaciones son alarmantes, los migrantes siguen con la fe intacta, afirmando que su travesía cuenta con la “bendición de Dios”. A pesar de saber que el camino está lleno de dificultades, estas personas están dispuestas a arriesgarlo todo en busca de una oportunidad en el sueño americano.
El grupo está compuesto en su mayoría por 120 hombres, quienes marchan con la esperanza de ofrecer a sus familias una vida mejor. También se suman a la travesía 60 mujeres y 20 menores de edad, muchos de ellos con los ojos llenos de sueños y de incertidumbre. Juntos, avanzan a pie, dejando atrás kilómetros de desierto y costas, para enfrentar un futuro incierto. Su destino es Estados Unidos, donde creen que las puertas de la esperanza aún permanecen abiertas.
Durante su paso por Oaxaca, el grupo ha sido recibido por los elementos del Grupo Beta de Migración, quienes, en un acto humanitario, proporcionaron agua y espacios de descanso en lugares como Chahuites, Tapanatepec y Zanatepec. Aunque su paso por esta región no está exento de dificultades, los migrantes han sido apoyados en el camino por las autoridades locales, quienes han improvisado techos de lona para ofrecerles sombra frente al inclemente sol y el calor fuera de lo común para esta temporada invernal.
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Los migrantes repiten con determinación y esperanza: “Queremos llegar a Estados Unidos“. En sus voces no se escucha solo el cansancio de una larga caminata, sino la certeza de que, a pesar de los obstáculos, su destino final debe ser ese país, donde esperan encontrar la oportunidad de empezar de nuevo. No temen lo que les espera, porque saben que, sin importar lo que pase, tienen un propósito claro: la libertad y la dignidad que anhelan para sus vidas.
¿La ayuda del gobierno mexicano? Por el momento, la respuesta es clara: nada. Aunque las autoridades locales se han mostrado dispuestas a ofrecer algún tipo de apoyo logístico y humanitario, las autoridades migratorias mexicanas aún no han ofrecido soluciones concretas como el traslado en autobuses hacia la Ciudad de México. La incertidumbre sobre su futuro es palpable, pero los migrantes aseguran que no se detendrán hasta llegar a su meta.
A pesar del cansancio físico y las dificultades emocionales, el mensaje que envían los migrantes es rotundo: “Vamos a seguir caminando, no importa el cansancio”. Están dispuestos a caminar durante días, semanas, o incluso meses, con tal de llegar al lugar que han visualizado en sus sueños: Estados Unidos. Los sacrificios no les importan, pues su esperanza es más grande que las barreras que puedan encontrar en el camino.
Es importante destacar que, aunque la situación política de Estados Unidos está marcada por la incertidumbre bajo la administración de Trump, los migrantes siguen viendo este país como un refugio ante las adversidades que enfrentan en Centroamérica. La percepción de que allí podrán encontrar una nueva vida los impulsa a continuar su travesía, sin importar las noticias que reportan deportaciones y la creciente represión migratoria en la frontera.
Entre tanto, la solidaridad de las comunidades oaxaqueñas también se hace notar. En cada pueblo por donde pasan los migrantes, los habitantes locales ofrecen su ayuda, ya sea en forma de alimentos, agua o incluso un lugar para descansar. Sin embargo, este gesto de solidaridad no es suficiente para garantizar un futuro mejor para los migrantes, quienes aún no tienen certeza de cómo o cuándo lograrán su objetivo.
Así, mientras la pequeña caravana avanza lentamente por las carreteras de Oaxaca, la migración sigue siendo uno de los fenómenos más humanos y complejos de nuestra época. A través de historias como esta, podemos ver el sufrimiento y la esperanza de miles de personas que, como estos migrantes, luchan por su derecho a un futuro más prometedor. Sin importar el dolor, la fe y el amor por sus familias los impulsan a seguir adelante, con la bendición de Dios en su corazón.