Explota población indocumentada en EE.UU.: 3 millones más desde 2019

Explota población indocumentada en EE.UU.: 3 millones más desde 2019

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El número de migrantes indocumentados en EE.UU. alcanza su punto más alto en una década

La población de migrantes indocumentados en Estados Unidos ha alcanzado su cifra más alta en al menos una década. Según estimaciones recientes, 13.7 millones de personas vivían sin un estatus migratorio legal en EE. UU. a mediados de 2023. Esto representa un aumento de 3 millones de personas respecto a 2019, cuando el total rondaba los 10.7 millones. Este crecimiento marca un giro en la tendencia descendente que se había mantenido desde 2007 y que se vio interrumpida en los últimos cuatro años debido a una compleja combinación de factores sociales, económicos y políticos.

Entre los detonantes de este incremento migratorio se encuentran la recuperación económica post-pandemia en Estados Unidos, que atrajo mano de obra extranjera en múltiples sectores; así como la inestabilidad política, económica y social que afecta a varios países de América Latina. Los flujos de personas en búsqueda de oportunidades laborales o refugio humanitario se han intensificado, desbordando los sistemas migratorios y dejando a millones en situación irregular, atrapados entre trámites migratorios complejos y un contexto cada vez más restrictivo.

México sigue siendo el país con el mayor número de migrantes indocumentados en Estados Unidos, con 5.5 millones de personas. Aunque esta cifra disminuyó ligeramente entre 2015 y 2021, en los últimos dos años volvió a repuntar. A esta ola se suman migrantes de Centroamérica y Sudamérica, especialmente de países como Venezuela, Honduras, Guatemala, Colombia, Ecuador y Brasil, cuyas cifras se han disparado. El informe revela que al menos 2 millones de personas provenientes de América del Sur viven hoy sin papeles en EE. UU., un crecimiento exponencial en comparación con años anteriores.

Más del 26 % de todos los migrantes extranjeros en Estados Unidos se encuentran en condición irregular. Aunque cerca de 4 millones cuentan con solicitudes pendientes como el Estatus de Protección Temporal (TPS), asilo o DACA, una gran parte permanece en el limbo migratorio, sin acceso a beneficios sociales ni certeza legal. La situación se agrava cuando se considera que más de 6 millones de niños viven con al menos uno de sus padres en situación irregular, lo que compromete su estabilidad emocional, educativa y legal. De esos menores, solo 1 millón son ciudadanos estadounidenses, lo que deja a la mayoría en una posición altamente vulnerable.

Estos datos reflejan no solo un cambio cuantitativo, sino también una transformación del perfil migratorio. Antes, la migración irregular estaba dominada por adultos mexicanos que cruzaban por motivos laborales. Hoy, el flujo incluye familias enteras, menores no acompañados y personas que huyen de crisis humanitarias. El cruce irregular ya no se limita a la frontera sur; miles ingresan por aeropuertos o con permisos temporales que luego expiran, dejándolos fuera del sistema legal.

Aunque el gobierno de Estados Unidos ha implementado algunos programas para regularizar a ciertos grupos —como los permisos humanitarios para venezolanos, cubanos o haitianos—, la capacidad de procesamiento y respuesta institucional se ve cada vez más rebasada. Por otro lado, el miedo a la deportación, la separación familiar o la pérdida de empleo empuja a muchos migrantes a vivir en la sombra, sin acceso a derechos básicos ni seguridad jurídica. Esto también tiene un impacto directo en las comunidades de origen, que pierden fuerza laboral, reciben remesas irregulares y enfrentan procesos de desintegración familiar.

El ascenso de la población migrante sin papeles en Estados Unidos deja una advertencia clara: la presión migratoria en la región ha superado los modelos actuales de gestión. Lo que antes se consideraba un fenómeno temporal o focalizado, hoy se presenta como un reto estructural y sostenido. La región entera —desde México hasta el cono sur— debe repensar estrategias de movilidad, protección, regularización y cooperación con Estados Unidos para atender una realidad que no deja de crecer. De no hacerlo, millones seguirán viviendo al margen, invisibles y expuestos, mientras la crisis migratoria se convierte en uno de los grandes temas del futuro inmediato.

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