La percepción de la migración en los Estados Unidos está viviendo un cambio importante. Según una encuesta reciente, aproximadamente 6 de cada 10 adultos en el país consideran que los inmigrantes que llegan de forma legal aportan de forma significativa al crecimiento económico. También, poco más de la mitad reconoce que las empresas estadounidenses se benefician del talento extranjero en áreas como la ciencia o la tecnología.
Este viraje ocurre en un escenario marcado por procesos migratorios complejos: miles de personas siguen intentando ingresar al país o permanecer en él, enfrentando retos como los tiempos de espera en los trámites de asilo, el riesgo de explotación laboral y la ambigüedad legal sobre su estatus. Aunque la opinión pública se vuelve más favorable, muchas de estas personas permanecen en una zona gris, sin plena protección ni acceso garantizado a servicios básicos.
El cambio de ánimo entre los estadounidenses no significa que los temores sobre la migración hayan desaparecido. Cerca de la mitad de los encuestados aún considera que el número de inmigrantes legales debería mantenerse igual, y solo una minoría pide que se incremente — lo que señala que el apoyo aún está condicionado. Más aún, respecto a la migración sin autorización, las visiones siguen mayormente inalteradas, y para muchos persisten los cuestionamientos sobre el impacto en los programas de bienestar o la competencia laboral.
Para quienes migran hacia EE. UU., esto abre una ventana de oportunidad, aunque no una garantía. Mejor valoración social puede traducirse en mayor impulso político para reformas migratorias, pero los obstáculos estructurales siguen siendo fuertes: falta de vías legales suficientes, sobrecarga del sistema de asilo, vetos o restricciones temporales, y resistencia institucional en algunos estados. En este sentido, la mejoría en la opinión pública podría quedarse en palabras si no va acompañada de políticas concretas.
Desde la perspectiva de los países de origen, la variación en la percepción de los estadounidenses es un dato que merece atención: si la recepción social mejora, podrían modificarse los patrones de migración, los destinos preferidos y las oportunidades de integración. Sin embargo, también se abre un riesgo: si las expectativas crecen sin que existan cambios estructurales, los migrantes podrían verse atrapados en un limbo más grande, con mayor visibilidad social pero igual vulnerabilidad legal y laboral.
En definitiva, el vuelco en la opinión pública sobre la migración en EE. UU. es significativo, pero no elimina los retos humanos y sociales que miles de personas enfrentan día a día. Queda por verse si este cambio de actitud se traducirá en políticas más inclusivas o en gestos simbólicos que poco transforman la realidad. Lo que está claro es que la migración sigue siendo un tema crucial y complejo, con consecuencias directas para millones de vidas.












