La situación en México de los albergues para atender a los miles de migrantes que buscan asilo ha alcanzado un punto crítico en la frontera norte, donde se encuentran al borde de la saturación, afirmó el nuevo representante de la Agencia de las Naciones Unidas para Refugiados (Acnur) en México, Giovanni Petri. En esta coyuntura confluyen dos factores: un incremento en la deportación de migrantes desde Estados Unidos y el crecimiento exponencial de solicitudes de asilo en México.
Recién llegado al cargo, Petri dimensionó la situación actual del país: en julio, las autoridades mexicanas recibieron 12 mil solicitudes de asilo, esto equivale a las peticiones acumuladas entre 2013 y 2017. Un aumento sin precedente que augura, casi seguramente, un año histórico en México en este renglón, pues se proyecta la recepción de 100 mil peticiones.
En agobio la respuesta de la sociedad civil
“Hay una potencial alerta por el aumento en los flujos: de llegada y de retornos desde Estados Unidos, desde otros países, de desplazamiento interno. Estamos llegando a un momento crítico de capacidad de respuesta de la sociedad civil y la necesidad de reforzar esta reacción, pues el albergue no es sólo cama, comida y ducha; es también un lugar de protección, donde los migrantes que solicitan asilo esperan o deciden cuál es su opción.
Si bien la pandemia impacta actualmente a gran escala en el norte, también lo hace en las comunidades de origen al recrudecer las causas de movilidad y agudizar las condiciones de vulnerabilidad de quienes se desplazan forzadamente.
“En México se da lo que se llama flujos migratorios mixtos, que involucran a personas que han huido de sus comunidades por persecución, proteger su vida, que calificarían en el proceso de análisis como refugiados y hay personas cuya razón principal de salida está ligada a la economía o al medio ambiente”.