A las fuertes medidas de seguridad de las autoridades, el cerco de alambre y el peligro constante al cruzar el río se les debe sumar la amenaza de grupos delictivos que arriesgan la vida de quienes buscan cruzar la frontera de manera ilegal
Estefanía, de origen colombiano y Jhondeiby, de nacionalidad venezolana, son una pareja de jóvenes migrantes que hace unas semanas se encontraban en la Ciudad de México, iban con destino a los Estados Unidos para acudir a su cita asignada donde revisarían su solicitud de asilo. En brazos de su madre va su recién nacido, tiene apenas tres meses, cuando nació, sus padres atravesaban la selva del Darién, región que divide Colombia y Panamá y que es uno de los puntos más peligrosos para los migrantes centro y sudamericanos.
Para ellos, llegar a la Ciudad de México fue sólo una pequeña parte de la cadena de dificultades a las que se enfrentan quienes salen de su país con el objetivo de alcanzar el sueño americano. Para Estefanía y Jhondeiby, cruzar El Darién y superar el límite entre Guatemala y Chiapas era tan solo el inicio: en su camino a la frontera norte, fueron detenidos por personas identificados como policías, en realidad, estaban siendo secuestrados por miembros del crimen organizado.
“Le aseguraron que asesinarían a su bebé, amagaron con quitarles la vida a su pareja y a ella“
Estefanía contó con terror las amenazas que recibió, le aseguraron que asesinarían a su bebé, amagaron con quitarles la vida a su pareja y a ella. La pobreza fue justamente una de las razones que los orilló a escapar de su país y para poder escapar, no tienen dinero con qué comprar su libertad. Contactaron a la madre de Jhondeiby, quien tuvo que vender su propia casa en Venezuela para alcanzar a juntar el dinero de su rescate: pagaron 7500 dólares gracias a los que pudieron ser liberados. Aquellos que no pueden juntar el dinero no tienen tanta suerte.
Hoy tiene miedo de todo, de la gente, de que un auto se pare junto a ellos, los tres ya han sufrido penas para alcanzar su meta, no tienen dinero ni tampoco cómo comer y han tenido que dormir en la calle, en los parques junto a su bebé. Ahora, a diario deben caminar cinco kilómetros a lo largo del Río Bravo con el temor de que con el Artículo 8 pueda pasar Estefanía con su bebé, pero sin Jhondeiby. No quieren estar separados, son una familia y han decidido que seguirán intentando cruzar de forma legal, pero si fracasan, regresarán a la Ciudad de México para conseguir trabajó allí… Juárez es una trampa mortal para los migrantes.