Tapachula, Chis. – En un nuevo y dramático episodio de la crisis migratoria, 250 migrantes de diferentes nacionalidades salieron esta madrugada de Tapachula con rumbo al norte. Esta caravana, la octava desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de noviembre pasado, tiene una urgencia palpable: llegar lo antes posible a la frontera de Estados Unidos antes de que el nuevo gobierno tome posesión y cierre aún más las puertas a quienes huyen de la violencia y la pobreza en Centroamérica.
Agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y efectivos de la Guardia Nacional se apostaron en las principales salidas de Tapachula, intentando disuadir a los migrantes con promesas de ayuda para regularizar su situación. Sin embargo, la respuesta fue un rotundo “no”. En lugar de someterse a los procedimientos burocráticos que les ofrecían, los migrantes prefirieron arriesgarse y seguir su camino hacia el norte. “La gente de Migración nos dice que hay un permiso por 36 horas, pero no vamos a aceptar. Vamos para adelante en el nombre de Dios”, declaró con determinación Carlos Solís, un hondureño que lidera la travesía.
¿Por qué arriesgar todo? La razón es simple: la vida en Tapachula es insostenible para los migrantes. A pesar de estar en la frontera sur de México, los extranjeros no encuentran trabajo y las pocas oportunidades que surgen exigen papeles de estancia regularizada, algo que no tienen. Además, el costo de vida ha aumentado considerablemente. Los arrendatarios, antes dispuestos a alquilar una casa completa a los migrantes, ahora les exigen rentar por persona, lo que dificulta aún más su permanencia en la ciudad.
Pero hay un motivo más apremiante para esta huida masiva: la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Los migrantes temen que con el cambio de gobierno en Estados Unidos, las políticas migratorias se endurecerán aún más, haciendo casi imposible la entrada al país. De hecho, este grupo de 250 personas se suma a otros que ya han partido desde el triunfo de Trump en noviembre pasado, buscando cruzar el país antes de que el nuevo presidente asuma el poder en enero. La presión por llegar al “sueño americano” antes de que sea demasiado tarde es palpable.
Redes sociales: el nuevo motor de la migración. En un giro tecnológico a las tradicionales caravanas, los migrantes se organizan ahora mediante grupos de WhatsApp. Estos grupos no solo les permiten coordinar sus movimientos, sino también mantenerse informados sobre los riesgos del trayecto y compartir recursos. La tecnología se ha convertido en una herramienta vital para una comunidad que no tiene otro recurso más que la solidaridad entre ellos para sobrevivir en el camino.
Este fenómeno no es nuevo. Desde el 5 de noviembre de 2020, día de las elecciones en EE. UU., se ha registrado un aumento significativo en la salida de caravanas de la frontera sur de México. En ese día, dos caravanas, una desde Tapachula y otra desde Tuxtla Gutiérrez, comenzaron su largo y peligroso viaje hacia el norte. Posteriormente, otras caravanas siguieron su ejemplo: el 20 de noviembre, tres en diciembre (el 2, 12 y 18), y el 2 de enero una caravana de 1,500 migrantes hizo su camino hacia el mismo destino.
¿Qué pasará con esta nueva caravana? La incertidumbre es total. Si bien algunos logran llegar a su destino final, muchos son detenidos, deportados o regresados a Tapachula, donde las condiciones no mejoran. Los agentes del INM han intensificado los operativos en las principales rutas migratorias, lo que ha generado que los migrantes busquen caminos más peligrosos y ocultos. A medida que el reloj avanza y la política migratoria de Trump se avecina con fuerza, muchos migrantes están decididos a seguir luchando por un futuro mejor, aunque el camino esté lleno de obstáculos.
A pesar de los obstáculos y el riesgo inminente, esta caravana refleja la esperanza y la desesperación de miles de migrantes que solo buscan una oportunidad para mejorar sus vidas. Si algo está claro, es que la migración no se detiene, y lo que comenzó como una respuesta a la política de Trump podría convertirse en un desafío aún mayor para el gobierno de Biden. ¿Hasta dónde llegarán estas caravanas y cuál será la respuesta del nuevo gobierno estadounidense? Solo el tiempo lo dirá.
