La política de deportaciones masivas impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha comenzado a tener repercusiones graves en el ámbito empresarial del país. Empresas de todo el país reportan una desaceleración de hasta un 50% en sus operaciones debido a la falta de mano de obra inmigrante. Este fenómeno, que ha generado temor y ansiedad en las comunidades migrantes, está comenzando a tener un impacto económico considerable, afectando la producción y el ritmo de actividades en diversos sectores clave.
Según Rebeca Shi, directora ejecutiva de la American Business Immigration Coalition (ABIC) de Illinois, el problema radica en que las deportaciones no solo están afectando a criminales violentos y miembros de cárteles de drogas, como asegura el gobierno, sino que también están eliminando a trabajadores esenciales. La coalición ha reportado que los inmigrantes, paralizados por el miedo a ser detenidos, no se presentan a trabajar, lo que provoca una caída inmediata en la productividad de diversas industrias.
El impacto es evidente: más de 1,000 migrantes fueron deportados solo el fin de semana pasado, en operaciones llevadas a cabo en ciudades como Atlanta, Austin, Chicago y Los Ángeles. Sin embargo, los detalles sobre las personas detenidas no se han revelado. Este panorama ha creado una incertidumbre creciente entre los empresarios que dependen de esta fuerza laboral para mantener sus operaciones en marcha.
Entre los sectores más afectados está el agropecuario. Matt Teagarden, líder de la Asociación de Ganaderos de Kansas, subrayó que la mano de obra inmigrante es fundamental para el campo. “Podemos importar trabajadores y seguir produciendo alimentos aquí, o podemos importar alimentos. El futuro de nuestra seguridad nacional está en juego”, alertó. Teagarden también hizo un llamado urgente a una reforma migratoria, que permita legalizar a los inmigrantes que contribuyen legalmente a la economía del país.
En efecto, los trabajadores inmigrantes constituyen entre el 25% y el 50% de la mano de obra en industrias esenciales de Estados Unidos. Su contribución es incalculable: más de 80 mil millones de dólares en impuestos anuales. La falta de esta fuerza laboral podría empeorar la ya existente escasez de trabajadores, que actualmente alcanza los 1.7 millones de vacantes en sectores clave como salud, construcción y manufactura.

Un ejemplo claro de la dependencia de los inmigrantes es el sector de la cosecha agrícola. Tony DiMare, de una familia que lleva 97 años en la producción de tomates frescos, explicó que la industria depende casi por completo de los inmigrantes para la cosecha manual, un trabajo que, según él, los nativos no están dispuestos a hacer. Este tipo de empleos es crucial para abastecer de alimentos al país, pero las políticas migratorias actuales complican la disponibilidad de trabajadores legalmente autorizados.
Otro sector que está bajo gran riesgo es el de cuidado de ancianos. En este ámbito, los inmigrantes representan un impresionante 80% de la fuerza laboral, especialmente en el cuidado a enfermos y ancianos, un trabajo en el que los estadounidenses han mostrado poco interés. Según Adam Lampert, director ejecutivo de una empresa de cuidados en Texas, la escasez de trabajadores inmigrantes provocará un aumento en los salarios para atraer empleados no extranjeros, lo que podría inflar los costos y afectar la accesibilidad a este tipo de servicios.
La situación se complica aún más cuando se considera que la industria de cuidados a enfermos sigue creciendo rápidamente. Según Lampert, en los próximos años, el país necesitará un millón de enfermeros adicionales, pero la falta de personal estadounidense capacitado obliga a las empresas a buscar fuerza laboral fuera de sus fronteras. Las deportaciones solo agravan este panorama, aumentando la presión sobre un sistema ya al borde de la saturación.
Para enfrentar esta crisis, la American Business Immigration Coalition lanzó la campaña “Asegurar nuestras fronteras, pero proteger nuestra fuerza laboral”, buscando enviar un mensaje claro tanto a la Casa Blanca como al Congreso: es necesario tomar acción ya. La coalición exige una reforma migratoria que ofrezca soluciones equilibradas y bipartidistas, que protejan tanto la seguridad nacional como la competitividad global de Estados Unidos.
Mientras tanto, Trump sigue avanzando con su agenda, firmando decretos ejecutivos para declarar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas extranjeras y revocar la ciudadanía por nacimiento en el país. Sin embargo, los empresarios advierten que estas medidas pueden estar poniendo en riesgo una parte fundamental de la economía del país: la mano de obra inmigrante. ¿Será este el comienzo de una crisis laboral que podría afectar más que a los migrantes? ¡Solo el tiempo lo dirá!