El gobierno de los Estados Unidos anunció que a partir del 30 de octubre de 2025 dejará de otorgar automáticamente la extensión de los permisos de trabajo (EAD) para ciertos migrantes que renuevan su autorización, alterando una práctica que hasta ahora protegía a muchos de la interrupción laboral y la incertidumbre migratoria.
Según la norma, quienes presenten una solicitud de renovación del formulario I‑765 en o después de esa fecha ya no podrán contar con la cobertura automática que antes permitía seguir trabajando hasta que se resolviera el trámite. Sólo se mantendrán excepciones para casos específicamente señalados, como algunos beneficiarios del TPS.
Este cambio pone en riesgo la estabilidad de quienes dependen de esos permisos para subsistir. En años recientes, la norma permitía extensiones automáticas de hasta 540 días para ciertas categorías, lo cual evitaba que cientos de miles de solicitantes quedaran sin autorización mientras la agencia tramitaba sus expedientes.
En la práctica, muchos inmigrantes —desde solicitantes de asilo hasta personas bajo TPS— utilizan el EAD para mantenerse legalmente en el país, pagar renta, educar a sus hijos y aportar a la economía estadounidense. Esta reforma, sin embargo, abre la puerta a que quienes esperen su renovación enfrenten un “gap” de empleo, pérdida de ingresos y un aumento del estrés y la vulnerabilidad.
Las organizaciones que apoyan a migrantes advierten que los empleadores pueden iniciar despidos o rechazar contratos si no perciben una autorización vigente. Esto no sólo afecta al trabajador directo, sino también a sus familias, redes de apoyo comunitario y al sentido de seguridad que brinda un empleo legal.
Para la región latinoamericana, donde miles buscan estabilidad laboral en EE.UU., esta medida significa que planificar una migración o renovación ya no solo depende de enviar papeles a tiempo, sino de contar con respaldo financiero, asesoría legal y previsión ante el posible corte de ingresos.
En definitiva, la eliminación de la extensión automática de EAD marca un hito serio en la dinámica migratoria laboral de EE.UU.: lo que antes era un alivio transitorio, ahora se convierte en un nuevo obstáculo. El mensaje es claro: la ventana de seguridad se estrecha, y quienes esperaban que la renovación fuera rutinaria podrían verse atrapados en la incertidumbre.












