El gobierno de Estados Unidos ha introducido un cambio radical en su política migratoria: los permisos de trabajo para refugiados, asilados, solicitantes de asilo y otros migrantes bajo protección humanitaria dejarán de durar hasta cinco años — ahora tendrán una vigencia máxima de solo 18 meses. El ajuste, que comenzó a regir a partir de diciembre de 2025, se aplicará tanto a nuevas solicitudes como a renovaciones pendientes.
Este recorte en la vigencia implica que quienes dependen de esos permisos deberán tramitar renovaciones mucho más seguido, lo que añade carga administrativa, riesgo de interrupciones laborales y una gran dosis de incertidumbre sobre su futuro en el país. Para muchos, obtener un permiso era ya un proceso complejo; ahora, la estabilidad se vuelve aún más frágil.
Las autoridades que impulsan la medida aseguran que el cambio responde a la necesidad de reforzar los controles y revisiones de seguridad, justificándolo como una forma de evitar posibles abusos o amenazas. Sin embargo, el impacto recae directamente sobre miles de personas vulnerables que confían en ese documento para trabajar legalmente, ganarse la vida y sostener a sus familias.
Para migrantes que ya viven en EE. UU., este recorte significa no solo renovaciones frecuentes, sino también el temor de quedar desempleados si los trámites se atrasan, o de vivir en un limbo legal. Familias enteras pueden verse afectadas, especialmente aquellas que emigraron escapando de crisis económicas, violencia o persecución, con la esperanza de encontrar una oportunidad.
Además, esta medida se suma a otras recientes restricciones migratorias, conformando un contexto cada vez más difícil para quienes buscan estabilizar su vida lejos de su país de origen. Lo que antes parecía una vía de acceso a oportunidades laborales y seguridad, ahora se perfila como un camino lleno de obstáculos administrativos y precariedad.
Este cambio de norma deja en claro que, bajo las nuevas reglas, trabajar legalmente en Estados Unidos será cada vez más efímero — y la esperanza de muchos migrantes, más inestable. Queda por ver cuántos podrán sostener su vida en medio de trámites constantes o si deberán volver a la incertidumbre.











