El Tapón del Darién está vacío: ¿el efecto Trump cerró la selva más peligrosa del mundo?

El Tapón del Darién está vacío: ¿el efecto Trump cerró la selva más peligrosa del mundo?

Share:
Hace poco más de un año, el Tapón del Darién era un infierno selvático por el que más de mil migrantes cruzaban cada día. Hoy, ese corredor natural entre Colombia y Panamá parece un escenario postapocalíptico. Donde antes había caos, llanto y esperanzas rotas, ahora solo hay silencio, carpas vacías y un puñado de personas varadas. La razón: las medidas migratorias represivas del presidente estadounidense Donald Trump, que han hecho casi imposible llegar a la frontera con EE.UU.

Hace poco más de un año, el Tapón del Darién era un infierno selvático por el que más de mil migrantes cruzaban cada día. Hoy, ese corredor natural entre Colombia y Panamá parece un escenario postapocalíptico. Donde antes había caos, llanto y esperanzas rotas, ahora solo hay silencio, carpas vacías y un puñado de personas varadas. La razón: las medidas migratorias represivas del presidente estadounidense Donald Trump, que han hecho casi imposible llegar a la frontera con EE.UU.

En 2023, el flujo migratorio por esta ruta alcanzó un récord con más de 500 mil personas atravesando la jungla en condiciones extremas. Muchos sobrevivían al viaje por la selva solo para terminar hacinados en Lajas Blancas, un puerto fluvial convertido en campamento improvisado. Pero ahora, con el endurecimiento de las políticas migratorias, la migración se ha reducido a unas diez personas por semana, un goteo que ha vaciado por completo esta antigua ruta hacia el norte.

La nueva realidad ha generado un inesperado “flujo inverso” de migrantes, en especial venezolanos, que al no poder avanzar, optan por regresar a sus países por mar. “Para todos los efectos prácticos, la frontera con Darién está cerrada”, declaró recientemente José Raúl Mulino, presidente de Panamá. Y aunque los periodistas de AP lograron entrar brevemente a la zona, pronto fueron detenidos y sus permisos revocados. La vigilancia es ahora férrea.

Lo que encontraron los reporteros fue desolador: carpas vacías, botes ausentes y negocios cerrados. Organizaciones como UNICEF, Cruz Roja y Médicos Sin Fronteras han abandonado el área. Las autoridades panameñas han reemplazado la asistencia humanitaria con un discurso oficial que desalienta la migración, respaldando abiertamente la línea dura del nuevo gobierno estadounidense.

Entre los pocos que aún resisten en el lugar está Hermanie Blanco, una venezolana de 33 años. Viajó con la esperanza de pedir asilo en EE.UU., pero terminó atrapada en el limbo migratorio panameño. “Ya no viene nadie aquí, se quedó así, solo”, lamenta. Dormir en el suelo y vivir del recuerdo de las ONG que antes ofrecían ayuda se ha vuelto la rutina de los últimos migrantes en Lajas Blancas.

Un cartel en el corazón del campamento lo dice todo: “Darién no es una ruta, es una jungla”. Mientras tanto, EE.UU. ha reconocido los esfuerzos de Panamá y otros países de la región para reducir el tránsito migratorio en un 98%. Pero la pregunta que queda en el aire es: ¿qué pasa con los que se quedaron en el camino?

Previous Article

Migrantes venezolanos atrapados en Tapachula: el limbo migratorio que nadie resuelve

Next Article

Más de 4 mil niños han muerto en rutas migratorias: el horror oculto que nadie quiere contar

También te puede interesar

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *