“Me enteré por las redes sociales de que mi hijo había muerto en el mar de República Dominicana cuando intentaba llegar a España”.
El dramático reto migratorio hacia las Islas Canarias.
A medida que un número récord de jóvenes africanos arriesga su vida tratando de alcanzar las Islas Canarias, el primer ministro de España, Pedro Sánchez, ha viajado a Senegal, Mauritania y Gambia para abordar la creciente crisis migratoria. Sin embargo, este esfuerzo no consuela a Amina, una madre que perdió a su hijo Yankhoba en la travesía. Ella se enteró de su trágica muerte en las redes sociales, una desgarradora realidad que refleja la desesperación de quienes intentan llegar a Europa. La última vez que Amina tuvo noticias de su hijo fue en enero, y tras una angustiosa búsqueda, su cuerpo fue hallado en un pequeño bote de madera en el Océano Atlántico.
Una travesía mortal: el descubrimiento de Yankhoba.
Los cuerpos de 14 migrantes fueron encontrados en ese bote de madera, y se identificaron documentos que revelaron su origen: Senegal, Mauritania y Mali. Junto a ellos, la policía dominicana encontró 12 paquetes de drogas, lo que sugiere una conexión con el creciente tráfico que acompaña a las rutas migratorias. Yankhoba, el único hijo de su madre, dejó atrás a su esposa y dos hijos pequeños. Amina, antes de saber lo que había pasado, había apelado a las redes sociales en busca de ayuda, manteniendo viva la esperanza de que su hijo pudiera estar en ademán de sobrevivir en algún lugar.
La creciente atracción de las Islas Canarias.
La preferencia de los jóvenes migrantes de África Occidental por las Islas Canarias ha aumentado, superando las rutas tradicionales del Mediterráneo. Según datos de Frontex, la ruta atlántica experimentó un aumento del 161% en migrantes en comparación con el año anterior. Esto se debe en parte a que, a pesar de los peligros, la travesía parece menos arriesgada que cruzar tanto el desierto del Sahara como el Mediterráneo. Entre los migrantes, se encuentran no solo jóvenes en busca de mejores oportunidades, sino también trabajadores de clase media que deciden dejar su país en busca de un futuro más prometedor.
Historias de sacrificio: la experiencia de Fallou.
Uno de esos jóvenes es Fallou, quien decidió arriesgarlo todo y vender su granja para volar hacia Nicaragua. El costo del viaje fue alto, más de 10,000 dólares, y a pesar de las dificultades, terminó en EE. UU. como solicitante de asilo. Su camino estuvo lleno de horribles experiencias, pero también de resiliencia. Al llegar, se encontró con un mundo completamente diferente, uno donde muchos migrantes todavía enfrentan la amenaza de deportación y condiciones de vida precarias.
Desesperación ante la adversidad.
Mientras Fallou encontró alguna suerte, la situación para otros migrantes es menos brillante. En septiembre, más de 140 senegaleses fueron enviados de vuelta a su país tras intentar cruzar la frontera entre México y EE. UU. Las comunidades que apoyan a estos recién llegados informan que muchos refugios están desbordados y algunos se ven obligados a dormir en las calles. Este panorama resalta la creciente ansiedad y desesperación que vive la comunidad migrante en busca de un nuevo hogar.
El aplastante costo de la esperanza.
La tendencia hacia rutas migratorias menos convencionales está en aumento; sin embargo, la mayoría de los migrantes aún intenta llegar a Europa a través del Mediterráneo, donde miles han perdido la vida en la última década. Aly Tandian, un experto en inmigración, describe que los jóvenes dejan África Occidental debido a una mezcla explosiva de problemas: inseguridad, crisis institucional, y un entorno socioeconómico deteriorado, a pesar de que Senegal tiene un nuevo presidente que promete más empleos.
La búsqueda de respuestas y un futuro incierto.
Ante la trágica situación, Boubacar Sèye, de la ONG Horizonte sin Fronteras, ha pedido investigaciones sobre la tragedia del barco en Dominica. El cambio de régimen en Senegal.
