La crisis migratoria que se vive en la frontera entre México y Estados Unidos ha provocado que los traficantes de personas, conocidos como “polleros” o “coyotes”, aumenten sus tarifas de forma desorbitada, llegando a cobrar hasta 15 mil dólares por persona para cruzar el río Bravo.
José, un hondureño que vendió su casa y su carro para pagarle a un pollero que le prometió llevarlo a Estados Unidos junto con su esposa y sus dos hijos. Sin embargo, el pollero los abandonó en una casa de seguridad en Reynosa, Tamaulipas, donde los mantuvo secuestrados durante dos semanas, exigiéndoles más dinero para liberarlos. José logró escapar y denunciar al pollero, pero no pudo recuperar su dinero ni encontrar a su familia.
Los migrantes se exponen a las condiciones infrahumanas en las que viajan los migrantes, hacinados en camiones, botes o trenes, sin agua ni comida, expuestos al calor, al frío, a las enfermedades y a la violencia. Muchos de ellos pierden la vida en el intento, ahogados, atropellados o asesinados por los grupos criminales que controlan la zona. Otros son extorsionados, violados o vendidos como esclavos.
Este es el panorama que enfrentan miles de migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos, pero que se encuentran con una pesadilla en México.