Tijuana, ciudad fronteriza de México, se ha convertido en el principal punto de cruce irregular para los migrantes que pretenden entrar en Estados Unidos. Esta tendencia se ha visto exacerbada por el fin de la política del Título 42, que permitía al gobierno estadounidense expulsar inmediatamente a los migrantes que cruzaran la frontera de forma irregular.
A pesar del fin del Título 42, la situación en Tijuana sigue siendo tranquila. Sólo unos cientos de personas han montado un campamento entre los dos muros fronterizos para entregarse a las autoridades estadounidenses. Mientras tanto, miles de personas esperan pacientemente en los albergues de la ciudad, con la esperanza de conseguir una cita a través del sistema estadounidense de solicitud de asilo.
La lucha no está en el muro, sino en los teléfonos. Los migrantes confían en la información proporcionada por los grandes albergues de la ciudad para contener su desesperación y esperar pacientemente a que las autoridades estadounidenses les concedan una cita.
El fin del Título 42 no ha revolucionado el ambiente en Tijuana. La desinformación sigue siendo un problema muy importante, y los migrantes deben tener más claro que EE.UU. no va a abrir la frontera. Tras la caída del Título 42, los migrantes irregulares estarán sujetos al Título 8, que conlleva la prohibición de entrar en EE.UU. durante cinco años y la deportación a sus países de origen.
Tijuana se ha convertido en una sala de espera crónica para migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, ya que la administración Biden llegó a un acuerdo con México para deportar a estos migrantes a México. Este acuerdo tácito carece de base legal y convertirá crónicamente a México en una sala de espera para migrantes.
El aumento del flujo de personas en los albergues de la ciudad ha sido reconocido por el gobierno de Baja California. La corrupción dentro del Instituto Nacional de Migración (INM) en Tijuana también ha sido un secreto a voces, con funcionarios realizando transacciones con migrantes en sus momentos más vulnerables[4].
La crisis migratoria en Tijuana pone de relieve la necesidad de soluciones integrales para abordar las causas profundas de la migración y proporcionar vías legales para los migrantes que buscan una vida mejor en Estados Unidos. La situación también subraya la importancia de la cooperación internacional y la necesidad de que México refuerce sus políticas migratorias y su infraestructura para gestionar mejor la afluencia de migrantes.
