La migración es un fenómeno que afecta a millones de personas en todo el mundo, pero dentro de este proceso, las niñas y niños migrantes se encuentran entre los más vulnerables. En el estado de Sonora, más de 12 mil infantes de diversas nacionalidades han quedado varados tras ser repatriados de Estados Unidos. Estos menores de edad, que huyen de situaciones extremas como violencia, pobreza y persecución, se enfrentan a una serie de desafíos que ponen en riesgo su salud, seguridad y bienestar.
Especialistas en el tema, como Gloria Ciria Valdez Gardea, investigadora del Colegio de Sonora e integrante del Seminario de Niñez Migrante, destacan que la situación es aún más grave para los niños y adolescentes migrantes. Según Valdez Gardea, estos infantes son los que más sufren de las afectaciones que surgen a lo largo del camino migratorio. La migración se ha vuelto un fenómeno cada vez más complejo y peligroso, especialmente para aquellos que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad.
En una reciente entrevista para El Sol de Hermosillo, Valdez Gardea explicó que, a nivel mundial, la migración está en constante aumento, con millones de personas desplazándose, particularmente en las fronteras de México con Estados Unidos y Centroamérica. Estas rutas migratorias son, en muchos casos, el refugio de familias enteras, pero los niños son los que padecen las consecuencias más graves. Los riesgos a los que se enfrentan incluyen desde privación de la libertad, hasta discriminación, guerra, persecuciones y pobreza extrema.
En México, las solicitudes de asilo también han aumentado en los últimos años, con más de 140 mil solicitudes a nivel nacional. Sonora no es ajeno a esta crisis, y muchas de las personas que pasan por esta entidad son familias migrantes. Los menores de edad, debido a su fragilidad, son los más expuestos a los peligros del viaje. En este contexto, Valdez Gardea señaló la necesidad urgente de mayores programas transversales que atiendan los derechos humanos de los migrantes, especialmente de los niños y niñas, tanto en los albergues como en las comunidades.
De acuerdo con los datos manejados por los investigadores, más de un tercio de la población migrante en Sonora está compuesta por menores de edad, lo que hace aún más crítica la situación. Sin embargo, existen importantes vacíos de información sobre la cantidad exacta de menores en tránsito, ya que muchos de ellos no son detenidos ni registrados. La investigadora también destacó la labor del albergue Tin Otoch, del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que recibe a los menores no acompañados. Sin embargo, muchos otros niños se quedan fuera de los registros al ser enviados a diferentes albergues o al no ser detenidos por las autoridades.
A pesar de la falta de datos precisos, se estima que hay más de 12 mil infantes migrantes en Sonora que han sido repatriados de Estados Unidos. Estos menores, una vez en México, son inscritos en escuelas públicas para continuar su educación, pero su situación sigue siendo precaria. Valdez Gardea destacó la importancia de contar con herramientas más efectivas para medir y abordar la magnitud de este fenómeno, que sigue en expansión y requiere de una atención urgente y coordinada.
En el marco del Día Internacional de la Migración, Valdez Gardea hizo un llamado a las autoridades para reforzar los programas que garanticen los derechos humanos de los migrantes, especialmente de los menores. En este contexto, advirtió sobre los riesgos que suponen las políticas migratorias restrictivas impulsadas por figuras como el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuyas amenazas afectaron enormemente a las comunidades migrantes en la región. Este día debe ser una reflexión sobre la necesidad de acciones concretas que protejan a los más vulnerables en el proceso migratorio.