La propuesta de Donald Trump de enviar a 30.000 migrantes a la prisión de Guantánamo ha sacudido el debate migratorio de Estados Unidos, pero la viabilidad de este plan sigue siendo fuertemente cuestionada. Esta semana, los primeros vuelos hacia Cuba llegaron a la base militar de Guantánamo, lo que ha acelerado el proceso. Sin embargo, desde el punto de vista legal y financiero, muchos expertos señalan que llevar a cabo esta medida sería una tarea colosalmente difícil.
Trump ha declarado en repetidas ocasiones que Estados Unidos tiene 30.000 camas disponibles en Guantánamo, con el fin de recluir a migrantes ilegales y criminales extranjeros. “Este es el lugar perfecto para acoger a los migrantes que abandonan nuestro país, pero también a los criminales empedernidos”, afirmó Pete Hegseth, secretario de Defensa. Sin embargo, esta declaración ha causado gran controversia, dado el oscuro historial de la prisión.
Guantánamo es conocida principalmente por su uso en la detención de presuntos terroristas tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y ha sido escenario de múltiples denuncias por violaciones a los Derechos Humanos y torturas. Las organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes ya han reaccionado con fuerza, condenando la propuesta. Vince Warren, director del Centro de Derechos Constitucionales, afirmó que el plan de Trump enviaría un mensaje claro: los migrantes se consideran una amenaza terrorista, y su destino sería una prisión donde no contarían con derechos legales.
Para muchos defensores de los derechos humanos, esta propuesta representa un retroceso alarmante. Durante la Administración de Joe Biden, las autoridades habían logrado reducir significativamente la población carcelaria en Guantánamo. A finales de su mandato, solo quedaban 15 prisioneros, lo que generó esperanza de que la prisión fuera finalmente cerrada. Ahora, el plan de Trump de enviar a 30.000 migrantes ha complicado estos avances y generó más dudas sobre el futuro de la instalación.
![](https://migranoticias.com/wp-content/uploads/2025/02/guanatam-1024x614.webp)
Desde el punto de vista logístico, acoger a tal cantidad de migrantes en Guantánamo se presenta como una misión casi imposible. Annie Morgan, abogada militar, señaló que la base solo dispone de 130 camas, de las cuales cuatro ya están ocupadas. Aunque el gobierno de Trump está buscando construir instalaciones adicionales con contratistas privados, no está claro cómo podrían mantener una infraestructura capaz de alojar a decenas de miles de migrantes en un territorio tan aislado.
El costo de la operación también ha sido un tema de discusión. Se estima que mantener a un prisionero en Guantánamo puede costar hasta 13 millones de dólares al año. Tomando en cuenta estas cifras, trasladar y mantener a 30.000 migrantes en esta base podría generar un gasto desorbitado, que pondría una carga financiera enorme sobre los contribuyentes estadounidenses. Según Richard Painter, abogado y ex asesor de ética en la Casa Blanca, el costo de este plan podría ser más alto que el de mantener a los migrantes en Estados Unidos.
A pesar de las críticas y el escepticismo generalizado, Trump parece decidido a seguir adelante con su plan, alegando que muchos de los migrantes son tan peligrosos que no se pueden confiar en sus países de origen para que los retengan. No obstante, la ambigüedad jurídica de Guantánamo podría complicar aún más la situación. Los migrantes enviados allí tendrían derecho a la protección constitucional que les correspondería si estuvieran en suelo estadounidense, lo que podría generar problemas legales si no se les proporciona un debido proceso.
![](https://migranoticias.com/wp-content/uploads/2025/02/imrs.webp)
El debate sobre la legalidad del plan también gira en torno al acceso limitado a abogados y la dificultad para que los migrantes obtengan representación legal. Al estar ubicada en una isla remota, Guantánamo se presenta como un agujero negro jurídico donde las condiciones de detención son casi imposibles de supervisar de manera efectiva. Wells Dixon, del Centro de Derechos Constitucionales, asegura que este aislamiento geográfico pone en riesgo los derechos de los migrantes y los convierte en presas fáciles para el abuso.
Además, la Administración Trump ha tenido dificultades para explicar cómo los migrantes detenidos en Guantánamo tendrían acceso a asistencia jurídica y protección de sus derechos. En una entrevista reciente, Kristi Noem, secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, insistió en que los migrantes tendrían acceso a debido proceso y no serían detenidos de manera indefinida, pero sus declaraciones no lograron disipar las dudas sobre la viabilidad de esta solución.
En conclusión, el plan de Trump de enviar a 30.000 migrantes a Guantánamo enfrenta numerosos desafíos legales, logísticos y financieros. Mientras algunos lo ven como una estrategia política destinada a impresionar a su base electoral, otros temen que, de llevarse a cabo, podría violar los derechos humanos de miles de personas en un lugar ya infame por sus violaciones a la dignidad humana. Sin una solución clara sobre cómo gestionar esta crisis, la propuesta de Trump sigue siendo una idea controvertida y problemática que probablemente continuará siendo debatida en los próximos meses.