Más de 100 migrantes en situación irregular fueron arrestados por la DEA en una redada realizada en un club nocturno clandestino en Colorado Springs, como parte de la nueva política de mano dura contra la inmigración del presidente Donald Trump. Las autoridades aseguran que el lugar era frecuentado por miembros del Tren de Aragua y la MS-13, dos bandas que Trump declaró como organizaciones terroristas tras su retorno a la Casa Blanca.
La operación, difundida con imágenes en redes sociales, mostró a agentes armados irrumpiendo en el club entre gritos y vidrios rotos, mientras decenas de personas huían en pánico. La fiscal general Pam Bondi afirmó que en el lugar se incautaron drogas y armas, y aseguró en X (antes Twitter) que allí operaban “terroristas” asociados a las peligrosas pandillas transnacionales. La escena parecía salida de una película… pero es parte del nuevo enfoque migratorio del gobierno republicano.

Lo que más sorprendió fue que, según declaró el agente especial de la DEA Jonathan Pullen, se encontraron miembros del ejército estadounidense dentro del club, “como clientes o incluso trabajando como seguridad”. El hallazgo desató alarma entre legisladores y medios, ya que plantea dudas sobre la infiltración de estas organizaciones en sectores sensibles del país.
La redada ha reavivado el debate nacional: jueces federales, organizaciones de derechos humanos y el Partido Demócrata acusan a Trump de violar la Constitución y llevar a cabo deportaciones exprés sin debido proceso. Varias personas reportan que fueron expulsadas sin haber visto a un juez, lo que podría constituir una grave violación a sus derechos humanos.

Uno de los casos que más ha sacudido a la opinión pública es el de Kilmar Abrego García, un salvadoreño con estatuto de protección especial que fue deportado “por un error administrativo”, según admitió el propio gobierno. La Corte Suprema ordenó su retorno, pero Trump insiste en que pertenece a una banda criminal. Ahora, Abrego está preso en una megacárcel en El Salvador, mientras congresistas demócratas piden su liberación.
Como si fuera poco, organizaciones humanitarias denunciaron que tres niños estadounidenses fueron deportados junto a sus madres migrantes, una de ellas con un hijo que sufre cáncer avanzado. Aun así, Trump celebró la redada en su plataforma Truth Social, afirmando que “fue contra algunas de las peores personas que se encuentran ilegalmente” en el país. Su mensaje: ningún migrante está a salvo bajo esta nueva era de tolerancia cero.