De acuerdo con la OIM, México es el lugar de América donde más indocumentados fallecen.
Durante el primer semestre de este año, 337 migrantes murieron en el continente en su intento por llegar a Estados Unidos, de los cuales 222 fallecieron en México, de acuerdo con cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El trayecto de Tapachula, Chiapas, a la frontera con Estados Unidos es el corredor en el que, de acuerdo con la OIM, más migrantes han muerto o desaparecido en todo el continente, superando a regiones como el Darién, la selva ubicada en la frontera entre Venezuela y Panamá, que se ha convertido en un embudo para buena parte de los flujos de personas que desde Sudamérica buscan abrirse camino a la Unión Americana.
El Darién cobró la vida de al menos 90 migrantes el año pasado y en lo que va de 2022 ya suman 70.
Las cifras destacan que ya son 32 los menores migrantes muertos o desaparecidos en su trayecto hacia Estados Unidos, sólo dos menos a los registrados durante todo 2021 y el doble a los registrados en 2020, cuando 16 niños y niñas perecieron o desaparecieron.
Además, el número de mujeres migrantes muertas o desaparecidas alcanzó el medio centenar en los primeros seis meses de este año, tres más que las registradas durante el mismo periodo de 2021.
En su último informe sobre las tendencias migratorias en Centroamérica, Norteamérica y El Caribe, la OIM destaca que el ahogamiento ha sido la principal causa de muerte de migrantes, seguido por otros motivos como condiciones ambientales extremas, falta de albergue y acceso a servicios de salud.
Los migrantes pueden también ser víctimas de accidentes vehiculares o de caídas desde el muro fronterizo debido a la irregularidad del terreno, y de violencia.
Sin embargo, la causa de la muerte se desconoce en más de un tercio de los casos registrados.
“En las últimas dos décadas, el cruce fronterizo entre México y Estados Unidos se ha convertido en el escenario de una grave crisis en materia de derechos humanos, en la que miles de personas han desaparecido y han perdido la vida durante la migración. Desde los cruces en el Desierto de Sonora en la zona sudoeste de Estados Unidos y el noroeste de México, con su calor abrasador y muy escasas fuentes de agua, hasta intentos de cruzar el Río Bravo (el cual demarca la frontera entre México y Texas) y sus poderosas corrientes, hay muchos factores físicos y ambientales que plantean riesgos a las vidas de las personas”, destaca el documento.
Los datos de la OIM, la mayoría de los migrantes que han fallecido en territorio mexicano durante su trayecto a Estados Unidos son originarios de Honduras, Guatemala y El Salvador, aunque el aumento de llegada de indocumentados procedentes de Venezuela, Cuba y Haití ha elevado los fallecimientos.
“Los migrantes que transitan a través de México y Centroamérica enfrentan habitualmente experiencias de marginalización y vulnerabilidad mientras viajan por vías irregulares. El aumento en los controles y la vigilancia de la migración en todo México ha hecho que las personas deban recurrir a rutas más remotas y clandestinas. Estas rutas con frecuencia implican tomar medios de transporte inseguros y caminar a través de largas franjas de terreno desolado en donde los migrantes con frecuencia deben enfrentar abusos y extorsión”, añade la OIM en su informe.