Buscando “el sueño americano” son muchos los migrantes que mueren ahogados al intentar cruzar el río Bravo o por agotamiento extremo que producen las altas temperaturas de los desiertos de la frontera de México y Estados Unidos. Uno de esos dramáticos casos es el de la colombiana Claudia Marcela Pineda, quien murió en el desierto de Yuma, en Arizona, junto a su hija de 11 años. La mujer iba también con su pequeño hijo de tres años, que sobrevivió.
En un doloroso mensaje que difundieron los medios colombianos e internacionales, se escucha la llamada que Claudia hizo al servicio de emergencias 911 pidiendo ayuda, el 26 de agosto pasado. Al fondo, se oye a la niña que llora por hambre.
“¡Por favor, ayúdeme!”, ruega la joven madre al funcionario del 911 que atiende la llamada. este le pregunta: “¿Cuántas personas están ahí con usted?”, a lo que la migrante le responde: “Dos niños. ¡Por favor, ayúdenme que me voy a desmayar!”. En el audio también se oye a la niña, de nombre María José, quien con apenas un hilo de voz le dice a la madre: “Mami, tengo hambre”.
El estremecedor audio revela la fuerza que solo las madres pueden demostrar en un momento crítico. Claudia consuela a su hija con serenidad: “Ya mi amor”, le dice para calmar su ansiedad y temor ante la tragedia que vivían.
La desesperada llamada continúa. El agente pregunta a la migrante si tiene WhatsApp, a lo que ella responde afirmativamente: “Sí, señor”. La conversación termina cuando el funcionario del 911 le pide que revise el Whatsapp: “Le acabo de enviar un mensaje para que acepte compartir las coordenadas”.
Luego de esta breve comunicación la señal se pierde porque Claudia se queda sin batería en su celular. Sin embargo, el contacto de la mujer permitió que los encontraran, aunque ya fue tarde para ella y su hija de 11 años. Murieron por el extremo agotamiento. Solo el niño, de 3 años, estaba con vida, pero muy deshidratado.