Tapachula, Chiapas – Lo que alguna vez fue una ciudad en constante movimiento, hoy muestra un rostro distinto. Con menos migrantes cruzando y una caída significativa en el turismo, Tapachula atraviesa uno de sus momentos económicos más difíciles en los últimos años.
Negocios cerrados, hoteles sin huéspedes y taxis vacíos son ahora parte del paisaje cotidiano. Desde que las medidas migratorias se endurecieron en la frontera norte, el flujo de personas en movilidad –que durante años dinamizó la economía local– ha disminuido drásticamente.
Según cifras del Banco de México, Tapachula recibió en 2023 más de 96 millones de dólares en remesas, una cifra cinco veces mayor que en 2018. Pero para inicios de 2025, justo con la llegada del nuevo gobierno en EE.UU., ese ingreso se desplomó a 54 millones. La diferencia se siente, y mucho.
Los migrantes no solo traían consigo sueños, también activaban cientos de negocios: desde restaurantes y tiendas hasta transporte y hospedaje. Hoy, muchos de esos espacios lucen vacíos. Los departamentos que antes se rentaban a altos precios para albergar a grupos de migrantes ahora están desocupados.

“Cuando había movimiento ganábamos hasta mil pesos al día. Hoy, si sacamos 200 es mucho”, comenta Enrique López, taxista de toda la vida en Tapachula. Su historia se repite en cada esquina: menos pasajeros, menos ventas, más incertidumbre.
Jorge Zúñiga, representante de la Cámara de Comercio en la región, admite que muchas inversiones se hicieron para atender la alta demanda que generaban los flujos migratorios. Ahora, con su disminución, empresarios buscan cómo reinventarse.
Además de la baja económica, la inseguridad también ha contribuido a que incluso turistas de países vecinos, como Guatemala, hayan dejado de cruzar. “Necesitamos recuperar la confianza en la región”, señala Zúñiga, con la esperanza de que pronto la frontera recupere su vitalidad.
La economía de Tapachula muestra claramente cómo los flujos migratorios no solo cambian vidas, también mueven ciudades enteras.