En un giro sin precedentes, el número de cruces ilegales en la frontera entre México y Estados Unidos ha caído drásticamente. Según datos del Departamento de Seguridad Interna (DHS) de EE.UU., la cifra de migrantes interceptados en junio se redujo en un sorprendente 92% en comparación con el mismo mes del año anterior. Esta caída significa que apenas 6,070 personas fueron detenidas en la frontera suroeste, lo que representa la cifra más baja en un cuarto de siglo. Este desplome marca un nuevo capítulo en la historia migratoria de la región.
Impacto en América Latina
La directora de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Amy Pope, ha descrito esta situación como parte de una ofensiva contra la migración irregular en EE.UU. Esta estrategia está generando un impacto en cadena en diversos países de América Latina. Pope advierte que lo que se observa en EE.UU. no es único, ya que filtros migratorios similares se están replicando en todo el mundo. Esto genera consecuencias laborales y sociales que afectan a los migrantes y a las comunidades de origen.
Al examinar las cifras en la región, Panamá y Honduras ilustran perfectamente esta tendencia. En el Darién, una histórica ruta de migrantes hacia el norte, se reportó un descenso del 99.7% en el flujo de personas en abril de 2025 en comparación con el mismo mes del año anterior. Las autoridades panameñas han llegado al extremo de cerrar la principal estación migratoria en la zona. En Honduras, el informe de la OIM destaca que entre enero y marzo de 2025, solo 14,270 personas se aventuraron a viajar, una caída considerable respecto a las 133,518 del año anterior.
La Nueva Realidad de los Migrantes
Paralelamente, la llamada “migración inversa” está en aumento, ya que muchas personas, desalentadas o sin recursos, deciden regresar a sus países de origen. En Colombia, más de 9,000 migrantes han cruzado de regreso el Tapón del Darién en lo que va del año, según la Defensoría del Pueblo. Este fenómeno refleja el dramático cambio en los movimientos migratorios y plantea desafíos complejos para las naciones que acogen a estos retornados.
La reciente vuelta de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. ha producido medidas migratorias aún más drásticas: cierres de frontera, cancelaciones de citas de asilo, despliegue militar y cero liberaciones de migrantes indocumentados. Según Maureen Meyer, vicepresidenta para Programas de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), se ha creado un clima de miedo. Las vías legales se están cerrando, lo que aumenta el sufrimiento de aquellos que buscan protección y regularizar su estatus. La presión para los países de origen y acogida se intensifica, y Maureen Meyer subraya que ningún país de la región está preparado para una migración inversa de esta magnitud. La falta de recursos y la violencia en los lugares de origen dificultan la reintegración, mientras que los gobiernos de Colombia, Panamá, Honduras, Venezuela y República Dominicana se encuentran en el centro de esta crisis. Aunque algunos países, como Venezuela, han reactivado sus programas de retorno asistido, las respuestas son todavía limitadas ante la magnitud de la situación.
Un Futuro Incierto
Es prematuro medir el impacto total de las políticas actuales, pero los riesgos son evidentes. A medida que los retornos aumentan, también lo hacen las tensiones sociales que podrían desestabilizar sistemas de acogida en países con economías frágiles.