El control migratorio en Estados Unidos da un giro hacia el mundo digital. Las autoridades están intentando expandir las operaciones del ICE más allá de las calles y los centros de detención, hasta las redes sociales más utilizadas por millones de personas, como Facebook, TikTok, Instagram y X.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) ha lanzado una convocatoria para contratar empresas privadas que proporcionen al menos 30 analistas especializados en monitorear la actividad en redes sociales las 24 horas del día. Estos profesionales no solo rastrearían publicaciones y comentarios, sino que también utilizarían inteligencia artificial para generar “pistas” que faciliten redadas, arrestos o deportaciones.
El plan contempla ubicar estos equipos en centros de vigilancia del ICE en distintas zonas del país, como Vermont y California. La intención es recopilar y procesar datos digitales que puedan transformarse en indicios legales contra migrantes considerados de “interés” o potencialmente peligrosos para la seguridad nacional.
Organizaciones defensoras de derechos humanos y privacidad han advertido que esta estrategia podría vulnerar derechos constitucionales clave como la privacidad, el debido proceso y la libertad de expresión. La posibilidad de que una publicación o un simple comentario se conviertan en el detonante de una operación migratoria plantea serias dudas sobre el equilibrio entre seguridad y derechos civiles.
Para un migrante promedio, esto significa que comportamientos aparentemente inocuos en redes —como compartir una protesta, hablar de su situación migratoria o publicar fotografías— podrían ser utilizados en su contra. Este nuevo nivel de vigilancia digital refuerza la idea de que no hay refugio seguro, ni siquiera en los espacios virtuales.
El avance del ICE hacia la “caza digital” marca un punto de inflexión en la política migratoria de Estados Unidos. La migración ya no solo se persigue en calles o fronteras, sino también a través de algoritmos y bases de datos. En un escenario donde cada publicación puede volverse evidencia, muchos migrantes podrían optar por el silencio. Y con ello, el sueño de integrarse a una nueva vida en Estados Unidos podría quedar atrapado en la red.