La situación de los mexicanos deportados desde Estados Unidos se ha vuelto cada vez más preocupante, a pesar de las promesas del gobierno de Claudia Sheinbaum. Desde finales de enero, más de 40,000 mexicanos han sido expulsados, pero solo un 4% ha logrado encontrar empleo. Este dato revela una cruda realidad para muchos que regresan a su país, ansiosos por reintegrarse en su comunidad y recuperar sus vidas.
Las autoridades habían previsto que los vuelos de deportados aterrizaran en Ciudad de México, donde se habían establecido servicios para su recepción y reintegración. Sin embargo, los vuelos de deportación comenzaron a llegar principalmente a aeropuertos del sur, como Tapachula y Villahermosa, modificando así todas las expectativas. Este giro complica aún más el proceso de reintegración, alejando a los deportados de un entorno que ofrece más oportunidades laborales y apoyo.
El cambio en la logística de los vuelos responde a una estrategia de la administración de Donald Trump para desincentivar el regreso de los migrantes a la frontera. Dicha estrategia ha dejado a muchos deportados en lugares donde los recursos son limitados, lo que resulta en un desafío adicional para quienes ya enfrentan el difícil proceso de readaptación a la vida en México.
Desigualdad Geográfica y Oportunidades
Otra complicación es que las ferias de empleo y los recursos están mayormente concentrados en el norte de México. Datos indican que el 40% de las ofertas laborales están ubicadas en Nuevo León, Ciudad de México, y Jalisco, mientras que estados como Chiapas y Tabasco apenas ofrecen menos de mil vacantes. Esta desigualdad pone en evidencia la desconexión entre los lugares de llegada de los deportados y las oportunidades laborales disponibles.
Ariel Ruiz, analista del Migration Policy Institute, agregó que muchas de las vacantes laborales no son adecuadas para los deportados, quienes a menudo tienen habilidades y experiencias adquiridas en el extranjero que no se aprovechan en el mercado laboral local. Aunque algunos comentan sobre los esfuerzos de Sheinbaum para ser más proactiva que administraciones pasadas, los retos que enfrentan los deportados siguen siendo significativos.
Mientras tanto, aquellos deportados que pertenecen a comunidades indígenas y cuentan solo con lenguas nativas enfrentan aún más dificultades. Muchos de ellos regresan a sus comunidades antes de buscar empleo, lo que a menudo les lleva a la migración interna a zonas agrícolas o, en algunos casos, a intentar la travesía hacia Estados Unidos nuevamente.
La situación actual es un claro reflejo de la complejidad que enfrenta el gobierno mexicano en cuanto a la repatriación de migrantes. Más allá de las cifras y programas, la verdadera solución reside en crear un sistema que contemple todas las necesidades de aquellos que regresan, atendiendo no solo su inmediata reintegración, sino también ofreciendo oportunidades reales para un futuro mejor. Sin duda, la migración seguirá siendo un tema crucial, y es responsabilidad de las autoridades garantizar que estas personas tengan las herramientas necesarias para reconstruir sus vidas.