Flujo migratorio hacia EE.UU. se derrumba y crece la regularización en México

Flujo migratorio hacia EE.UU. se derrumba y crece la regularización en México

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El flujo de personas que buscan cruzar hacia Estados Unidos por la frontera norte de México registra una caída notable. En el albergue Casa del Migrante de Saltillo, Coahuila, se reportó hasta una reducción de 50 % en la cantidad de migrantes que buscan avanzar hacia el norte durante 2025. Este dato refleja un viraje importante en las dinámicas migratorias de la región y en las decisiones que toman miles de personas ante las crecientes dificultades del camino.

Esta baja coincide con un aumento de migrantes que optan por tramitar su regularización dentro de México o por quedarse en el territorio nacional. Muchos ya no ven el cruce como destino final, sino la posibilidad de construir una nueva vida en el país. El endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses y los peligros del trayecto parecen estar impulsando esta tendencia, mientras México se convierte poco a poco en un punto de destino más que de paso.

Los obstáculos, sin embargo, siguen siendo múltiples. En la ruta norte, persisten redes de extorsión, robo y violencia. Representantes de albergues denuncian que los migrantes son víctimas de cobros ilegales y abusos incluso por parte de autoridades de seguridad. Aunque el flujo haya disminuido, la vulnerabilidad no se ha reducido: quienes deciden permanecer en México o avanzar enfrentan todavía condiciones precarias, explotación y riesgo constante.

Los cambios también tienen impactos sociales dentro del país. Con menos llegadas al norte, los albergues registran menor demanda de tránsito, pero un aumento en las solicitudes de refugio y de apoyo para la integración laboral. Las organizaciones civiles señalan que la población migrante es cada vez más diversa —con venezolanos, haitianos y cubanos a la cabeza— y que los recursos disponibles para su atención siguen siendo limitados.

Aun cuando la caída del flujo hacia Estados Unidos podría parecer un alivio para las autoridades fronterizas, no representa una solución real. Las políticas restrictivas, los controles reforzados y las deportaciones masivas continúan generando desplazamientos internos, rupturas familiares y crisis humanitarias en las comunidades de tránsito. Las historias de quienes quedan varados muestran que el fenómeno no desaparece: simplemente cambia de rostro y de lugar.

La situación deja en el aire una pregunta clave: ¿qué sigue para la migración en la región? Si las rutas hacia el norte se cierran, más personas podrían optar por quedarse en México, lo que plantea nuevos desafíos en materia de refugio, empleo y derechos humanos. El 2026 podría marcar una etapa decisiva: un país de paso que se transforma en destino, y un flujo migratorio que, aunque más pequeño, sigue revelando las profundas desigualdades y esperanzas que mueven a miles de personas en busca de un futuro mejor.

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