La Organización Internacional para las Migraciones calcula que, desde 2014, han muerto más de 4.000 personas en la frontera entre México y Estados Unidos.
A diario, miles de migrantes indocumentados cruzan la frontera entre México y Estados Unidos, pero muchos se pierden y mueren en las vastas tierras de Texas.
José Antón desapareció hace seis meses y ocho días, justo cuando intentó cruzar la frontera mexicano-estadounidense. El joven, de 27 años, no llevaba su carné de identidad venezolano ni tenía tatuajes o marcas en el cuerpo que pudieran servir a las autoridades o a grupos locales para identificar sus restos mortales.
El de Antón no es un caso aislado, sino más bien forma parte de una tragedia continental. La Organización Internacional para las Migraciones calcula que, desde 2014, han muerto más de 4.000 personas en la frontera entre México y Estados Unidos.
“Camposanto para migrantes”
Tan solo en enero de este año, el Centro de Derechos Humanos del Sur de Texas documentó la desaparición de 65 migrantes. Cada día, recibe llamadas de familiares en otras ciudades estadounidenses o en América Latina que buscan a sus seres queridos que desaparecieron después de cruzar la frontera con la ayuda de coyotes.
En el condado de Brooks, esta pequeña ONG lucha por los derechos de los migrantes indocumentados en Texas, vivos o muertos. “El sur de Texas es un camposanto para muchos migrantes”, dice el fundador Eduardo ‘Eddie’ Canales. En Brooks, se han recuperado los cuerpos de más de 920 personas desde 2009.
Rutas aisladas y peligrosas
Canales explica que la presencia de agentes fronterizos en el área lleva a los migrantes indocumentados a buscar rutas alternativas aisladas y peligrosas. Muchos se pierden en las vastas tierras de los ranchos y mueren por deshidratación, mordidas de serpientes o como consecuencia del consumo de agua contaminada.
Además, en el sur de Texas, la recuperación de cuerpos y el rescate de migrantes en condiciones críticas se convierte en una tarea especialmente difícil, puesto que ahí las tierras son de propiedad privada.
En las regiones fronterizas, la política estadounidense se basa en la prevención a través de la disuasión: hacen el cruce más difícil y peligroso y, de esa manera, tratan de desalentar a los migrantes para que no entren en Estados Unidos. Para Canales, esta política anticuada es responsable de la muerte de muchos migrantes.
Restos enterrados en ranchos
Así mismo, las condiciones del terreno local impiden la búsqueda de los desaparecidos. El suelo de los ranchos muchas veces es arenoso y un viento fuerte sopla en la región, escondiendo los cuerpos debajo de la arena por días.
Pero, incluso después de ser localizados, muchos cuerpos no son enviados a la oficina de análisis forense para determinar la causa de la muerte o la identidad del difunto. Sobrepasados por la gran cantidad de muertos y la falta de recursos, algunos condados entierran ilegalmente a los migrantes sin identificarlos, prolongando la búsqueda y el dolor de las familias por años.