La nueva era de la migración: retorno, extorsión y riesgo humano

La nueva era de la migración: retorno, extorsión y riesgo humano

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La migración irregular hacia Estados Unidos muestra señales claras de desaceleración en 2025, pero este descenso no significa menos peligro. Al contrario, el cambio en los flujos migratorios ha transformado las rutas y fortalecido nuevas dinámicas del crimen organizado en América Latina y México, dejando a miles de personas migrantes en situaciones de mayor vulnerabilidad, violencia y abandono en países de tránsito.

Uno de los fenómenos más preocupantes es la llamada migración inversa: personas que, tras intentar avanzar hacia la frontera estadounidense, se ven obligadas a regresar por falta de recursos, endurecimiento de controles o amenazas criminales. En algunas zonas fronterizas se reporta el retorno diario de decenas de migrantes, un escenario que ha sido rápidamente explotado por redes delictivas que buscan compensar la caída en los ingresos del tráfico tradicional de personas.

El impacto humano es severo. La mayoría de los migrantes que quedan varados en México o Centroamérica carecen de estatus migratorio regular, empleo estable o acceso a servicios básicos. Esta situación los convierte en blancos fáciles de extorsión, secuestro y explotación. Datos recientes indican que más de la mitad de las personas migrantes en tránsito han sido víctimas de algún delito, una cifra que refleja el alto costo humano de estas rutas cada vez más peligrosas.

Las organizaciones criminales han adaptado su modelo de negocio. Cárteles y bandas regionales han consolidado el tráfico de personas como una fuente clave de ingresos, imponiendo cuotas a traficantes, controlando rutas y diversificando actividades ilícitas como el secuestro y la extorsión de migrantes y sus familias. Incluso con menos cruces hacia Estados Unidos, el control territorial y la violencia siguen creciendo.

Este fenómeno no se limita a un solo país. Grupos criminales transnacionales han ampliado su presencia en varios puntos de la región, conectando rutas desde Sudamérica hasta el norte de México. Para muchos migrantes, huir de la violencia en su país de origen termina convirtiéndose en un nuevo ciclo de amenazas, abusos y desplazamientos forzados.

La caída en los cruces hacia Estados Unidos no ha resuelto la crisis migratoria; solo la ha transformado. Con rutas más cerradas y criminales más organizados, el panorama para quienes migran es cada vez más incierto. Lo que viene no es un alivio, sino un escenario donde la migración continúa, pero a un costo humano más alto, marcado por la precariedad, el riesgo constante y una red criminal que sigue adaptándose y creciendo.

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