La plaza de Union Square en Manhattan se convirtió en un punto de encuentro simbólico el 30 de julio, donde miles de venezolanos y aliados se reunieron para protestar pacíficamente contra lo que consideran un fraude electoral tras las elecciones del 28 de julio. Con banderas amarillas, azules y rojas ondeando al sol, los asistentes exigieron el fin del régimen de Nicolás Maduro, cantando consignas como “Gloria al Bravo Pueblo” con fervor y determinación.
Entre la multitud se encuentran familias, jóvenes, ancianos y personas de diversas nacionalidades, cada uno con su propia historia de lucha y resistencia. Francis Bravo, quien huyó de Venezuela debido a amenazas y persecuciones, sostiene un cartel en medio de la protesta. Otros, como Daniela Hernández, expresan la complejidad emocional de vivir en el exilio, añorando el país que dejaron atrás y las familias que quedaron separadas.
Uno de los organizadores del evento, Carlos Egaña, destacó el creciente apoyo internacional hacia la causa venezolana, mencionando la postura crítica de líderes de izquierda en países como Chile y Guatemala hacia el régimen de Maduro. Muchos asistentes coinciden en que, por primera vez, una amplia parte del pueblo, incluyendo a aquellos que antes apoyaban al chavismo, se ha levantado en protestas, desafiando el miedo y buscando una voz en el cambio.
Entre lágrimas y oraciones, la manifestación finaliza sin perder la esperanza. Los participantes, unidos en su deseo de justicia y libertad, se arrodillan para rezar, encendiendo velas en memoria de los que han sufrido las consecuencias de la crisis. La jornada termina, pero la llama de solidaridad y resistencia se mantiene encendida en el corazón de la comunidad.