Venezuela podría estar al borde de una nueva ola migratoria, una crisis aún más grave que las anteriores, si las actuales proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y otros estudios se confirman. Según un informe de ORC Consultores, alrededor de un millón de venezolanos podrían verse obligados a abandonar su país en los próximos años debido al afianzamiento del poder autoritario de Nicolás Maduro. Y lo que es aún más alarmante: el FMI sitúa esta cifra en 1,4 millones de migrantes para 2025.
Este escenario sombrío es consecuencia directa de un país que, además de lidiar con la represión política y la falta de libertades, sigue sin recuperarse de una crisis económica brutal. En 2023, más de seis de cada diez hogares venezolanos vivieron en pobreza extrema, y casi el 82% de la población está sumida en la pobreza, según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. A pesar de que en 2024 se reportó un modesto crecimiento económico, la inflación sigue siendo crónica, alcanzando el 54,4%, y el país enfrenta una nueva reducción en su tasa de crecimiento para este año.
La vuelta de las sanciones internacionales podría ser el detonante para una nueva migración masiva. Apenas el viernes, cuando Maduro asumió, países como Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y la Unión Europea anunciaron nuevos paquetes de sanciones. Este escenario recuerda al periodo 2013-2019, cuando Venezuela experimentó una contracción del 70% de su economía, acompañada de una hiperinflación del 400% en 2023, que empujó a 7,89 millones de venezolanos a salir del país, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Aunque recientemente se ha registrado una disminución temporal en las salidas de migrantes, la realidad no es tan optimista. Laura Cristina Dib, directora para Venezuela de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola), explica que factores como la incertidumbre política de los migrantes frente a la administración de Donald Trump y la temporada baja de migración durante diciembre y enero, han influido en la disminución de los flujos migratorios hacia Estados Unidos y México. Sin embargo, Txomin Las Heras, investigador del Observatorio de Venezuela en la Universidad del Rosario, advierte que las cifras podrían aumentar dramáticamente en el futuro, con entre 5 y 7 millones de venezolanos dispuestos a abandonar su país debido a la continuidad del régimen.
Colombia, el país con la frontera más activa y el mayor número de migrantes venezolanos, se perfila como el principal destino para los nuevos migrantes. Actualmente, 2,9 millones de venezolanos residen allí, convirtiéndolo en el país con más inmigrantes en el mundo. Sin embargo, las políticas migratorias más estrictas en países como Colombia y otros destinos populares, como Chile y Argentina, podrían frenar este flujo, desincentivando a muchos a emigrar. Como señala Rubén Colmenares, un ingeniero informático venezolano residente en Colombia, “para muchos será más difícil emigrar ahora, ya que muchos países exigen visas o estrictos requisitos laborales”.
A pesar de estas barreras, el miedo a un futuro incierto en Venezuela sigue impulsando a muchos a arriesgar todo en busca de un futuro mejor. Mónica Nogales, una venezolana de 33 años que reside en Buenos Aires, teme que una migración descontrolada pueda saturar los recursos de los países vecinos, afectando incluso a los que ya residen legalmente. “La situación podría generar graves tensiones sociales“, advirtió.
Sin embargo, y a pesar de los desafíos, muchos migrantes sueñan con regresar a su tierra natal. Mónica, por ejemplo, asegura: “Yo vuelvo a Venezuela el día que sea libre”. Este sentimiento de esperanza y resiliencia resuena entre millones de venezolanos que, aunque enfrentan un proceso largo y arduo de reconstrucción económica y social, nunca pierden la fe en la posibilidad de un cambio.
Con este panorama, la pregunta es clara: ¿Venezuela está al borde de una nueva ola migratoria aún más grande? Los datos y las proyecciones apuntan a que la situación podría empeorar, lo que pondría a los países vecinos, especialmente a Colombia, en una posición aún más difícil. Lo que parecía una crisis migratoria sin precedentes podría ser solo el comienzo de una emigración masiva que impactará a toda América Latina.
