En lo que va del año 2024, más de 100,000 valientes almas han emprendido una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo: el cruce del Tapón del Darién. Esta selva densa y traicionera, que se extiende entre Panamá y Colombia, es un lugar sin ley donde los migrantes enfrentan no solo los peligros naturales sino también la amenaza de grupos armados y traficantes de personas.
El gobierno de Panamá ha informado que la cifra actual supera significativamente los números de años anteriores, marcando un aumento alarmante en el flujo migratorio. En 2022, se registraron 248,000 cruces, y en 2021, la cifra fue de 133,0001. Estos números reflejan una crisis humanitaria que se intensifica con cada año que pasa.
Entre los migrantes, hay historias de esperanza y desesperación. Más de 3,500 venezolanos han buscado un futuro mejor cruzando esta selva en 2023, y la cifra sigue aumentando. Además, un informe alarmante reveló que más de 40,000 niños han enfrentado los peligros del Darién solo en el primer semestre de 20233. Estos niños, algunos viajando solos y otros acompañados, representan la vulnerabilidad extrema de los migrantes.
Las organizaciones humanitarias están presionando para una respuesta internacional más fuerte y coordinada. La ONU y grupos de derechos humanos están llamando la atención sobre las necesidades urgentes de protección y asistencia para los migrantes en esta ruta.
La situación en el Darién es un recordatorio sombrío de las fuerzas globales que impulsan la migración: la inestabilidad política, la violencia y la pobreza. Mientras el mundo observa, la selva del Darién sigue siendo testigo del coraje y la resiliencia de aquellos que buscan una vida mejor, a pesar de los riesgos mortales que acechan en cada paso.