En los últimos meses, seis caravanas migrantes han intentado cruzar México rumbo a la frontera norte, pero ninguna de ellas ha logrado alcanzar su objetivo final: llegar a Ciudad de México o continuar hacia Estados Unidos. Las autoridades mexicanas, en coordinación con el Instituto Nacional de Migración (INM) y fuerzas de seguridad como el Ejército y la Guardia Nacional, han logrado dispersar y detener a la mayoría de estos grupos, aplicando una política de desgaste y burocracia para frenar el flujo migratorio. Esta situación se ha visto intensificada por las amenazas de Donald Trump, quien continúa presionando a México para que implemente un control más estricto de la migración.
El 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante, una nueva caravana de unas mil personas partió desde Tapachula, Chiapas, con el objetivo de llegar a la capital mexicana y, de allí, alcanzar la frontera con Estados Unidos. Sin embargo, esta es solo una de las muchas caravanas que han caído en el limbo mexicano. A pesar de los esfuerzos de miles de migrantes por avanzar, las autoridades mexicanas han logrado desmantelar todos los intentos recientes, dispersando a miles de personas y haciéndolas desistir de su meta original. El fenómeno de las caravanas migrantes, que surgió en 2018, sigue siendo una expresión de la desesperación de quienes buscan una oportunidad en el norte, pero se enfrentan a un muro de obstáculos que parece no ceder.
El gobierno mexicano, bajo la administración de Claudia Sheinbaum, ha endurecido su estrategia de contención ante las presiones de la administración de Trump, quien ha amenazado con aumentar los aranceles a México si no se controla de manera más efectiva el flujo migratorio. Desde principios de diciembre, al menos seis caravanas han intentado atravesar el sur de México. Todas fueron detenidas poco después de cruzar la frontera entre Chiapas y Oaxaca, a excepción de una que fue interceptada en Veracruz. La desesperación por la cita en CBP One, el temor a ser víctimas del crimen organizado y la amenaza constante de ser secuestrados o extorsionados han llevado a miles de personas a continuar su viaje por su cuenta, incluso cuando las probabilidades de llegar al norte parecen cada vez más remotas.
Según reportes locales, se estima que más de 3.000 de las 4.000 personas que integraron las caravanas en las últimas semanas han sido dispersadas por las autoridades mexicanas. Médicos Sin Fronteras (MSF) ha explicado que los migrantes optan por caminar en grupo para reducir su exposición a la violencia de los actores armados que operan en el largo trayecto de más de 3.000 kilómetros entre las fronteras sur y norte de México. A pesar de las dificultades, las personas migrantes siguen enfrentando este duro viaje en busca de un futuro mejor.
En un intento por frenar el avance de las caravanas, las autoridades mexicanas han comenzado a trasladar a los migrantes a puntos distantes de su ruta original. A finales de noviembre, autobuses cargados de migrantes fueron enviados a Michoacán, Guerrero, Yucatán y otros estados. Un grupo de personas provenientes de Venezuela, Haití y Colombia fue detenido en Ciudad de México y regresado a Tabasco, cerca de la frontera con Guatemala. En algunos casos, las autoridades les han ofrecido una visa humanitaria para transitar por el país, pero esta opción no siempre es garantizada y depende de la situación de cada migrante.
Chiapas, uno de los estados más afectados por la migración irregular, ha registrado un aumento significativo en los cruces irregulares de migrantes. Entre enero y agosto de 2024, más de 925.000 personas cruzaron desde Guatemala hacia México, un incremento del 131% respecto al año anterior, según datos del Instituto Nacional de Migración (INM). De estos migrantes, más de 100.000 son niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, a pesar del crecimiento en los cruces, cada vez menos personas logran llegar a su destino final en el norte, debido a las estrictas medidas de control implementadas por las autoridades mexicanas.
Médicos Sin Fronteras advierte que lo que se está viviendo en México no es más que “la punta del iceberg” de una crisis migratoria que afecta a toda la región. La inestabilidad política y económica en varios países de Centroamérica y Sudamérica, combinada con las amenazas de Trump, ha acelerado la migración hacia el norte. Sin embargo, el muro de contención que representa el sistema migratorio mexicano y los operativos de seguridad están logrando frenar estos flujos de manera efectiva. En este contexto, muchos migrantes, tras cruzar varios países y enfrentarse a la violencia y la falta de recursos, caen en un verdadero limbo dentro de México.
La política de desgaste y dispersión aplicada por México, con el respaldo de operativos conjuntos entre el INM, el Ejército y la Guardia Nacional, está logrando que las caravanas no lleguen a la frontera norte. El objetivo principal del gobierno de Sheinbaum es evitar una repetición de las imágenes de 2019, cuando las ciudades fronterizas como Piedras Negras, Juárez y Tijuana fueron desbordadas por miles de migrantes. En este sentido, Sheinbaum ha señalado que México ha logrado reducir en un 75% los cruces irregulares en la frontera norte durante el último año, destacando el éxito de la estrategia de contención.
En medio de este panorama, la presidenta Claudia Sheinbaum ha aprovechado la ocasión para reconocer el trabajo de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, a quienes calificó como “héroes y heroínas”. También ha asegurado que México se prepara para enfrentar una posible deportación masiva de connacionales. La red de consulados mexicanos en Estados Unidos se está reforzando, y se ha anunciado que se contratarán abogados migratorios para atender cualquier posible caso de deportación. Por su parte, el secretario de Relaciones Exteriores, Juan Ramón de la Fuente, reafirmó el compromiso de México de garantizar los derechos de los migrantes y brindarles las herramientas necesarias para hacer valer sus derechos.
Finalmente, expertos como Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, subrayan que las recientes caravanas son solo una reacción frente a las largas esperas para obtener una visa humanitaria en Estados Unidos, gestionada a través de la aplicación CBP One. A pesar de los esfuerzos por acelerar los procesos, las citas para asilo continúan retrasándose, lo que empuja a los migrantes a organizarse en caravanas. Sin embargo, muchos se cuestionan si este mecanismo será sostenido por la administración Trump, que podría desmantelarlo, dejando a miles de migrantes en una incertidumbre aún mayor sobre su futuro.