El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acaba de dar un paso que ha dejado boquiabiertos tanto a los gobiernos de América Latina como a las autoridades estadounidenses. En un acuerdo migratorio que ha sido calificado como el “más extraordinario” de su tipo, El Salvador aceptará a migrantes deportados por Estados Unidos, y lo que ha causado aún más revuelo, criminales violentos estadounidenses. ¿Qué implicaciones tiene este pacto y qué nos dice sobre la dirección que está tomando El Salvador bajo el mandato de Bukele?
En una ceremonia en la que se firmó un acuerdo de energía civil con el ministro de Relaciones Exteriores salvadoreño, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, destacó las condiciones de este acuerdo. Según Rubio, Bukele ha acordado aceptar a personas deportadas por Estados Unidos de cualquier nacionalidad, pero lo que más llamó la atención fue su disposición a recibir a criminales peligrosos actualmente encarcelados en las prisiones de Estados Unidos.
Este es un punto crucial: criminales violentos, ciudadanos estadounidenses o residentes legales, podrían ser deportados a El Salvador, un país con un historial controversial en materia de derechos humanos. Rubio no dudó en afirmar que este acuerdo es un avance histórico, algo que, según él, no se ha visto en ninguna parte del mundo.
Pero, ¿es tan sencillo como suena? El gobierno de Trump ha venido trabajando en la implementación de acuerdos con otros países para frenar la migración hacia Estados Unidos, y este acuerdo con El Salvador podría ser uno de los más polémicos. A pesar de las intenciones declaradas, un funcionario estadounidense aclaró que el gobierno de Trump no tiene planes inmediatos de deportar a ciudadanos estadounidenses, ya que eso podría abrir la puerta a impugnaciones legales y problemas constitucionales. Sin embargo, el ofrecimiento de Bukele sigue siendo significativo.
El propio Rubio admitió que la migración es uno de los mayores desafíos de la era moderna, pero lo que sorprendió a muchos fue cómo El Salvador, tradicionalmente un país receptor de migrantes, ahora se posiciona como un actor en la política de deportaciones globales. Este cambio pone en evidencia los intereses estratégicos y diplomáticos de Bukele, quien está dispuesto a negociar en temas que otros países podrían considerar demasiado sensibles.
¿Qué migrantes serán recibidos en El Salvador? Esta es la gran pregunta. Según el acuerdo, El Salvador se convertiría en un “tercer país seguro”. Esto significa que, en lugar de ser deportados directamente a sus países de origen, los migrantes de otras naciones que no tengan una residencia legal en Estados Unidos podrían ser enviados a El Salvador. Un caso particularmente relevante sería el de los miembros de pandillas venezolanas como el Tren de Aragua, quienes, tras ser condenados en Estados Unidos, podrían ser enviados a este pequeño país centroamericano si Venezuela se niega a recibirlos.
Y no se trata solo de migrantes de países lejanos. Rubio destacó que la oferta de Bukele incluye a detenidos de cualquier nacionalidad, lo que significa que El Salvador podría convertirse en un refugio para criminales peligrosos de todo el mundo, siempre que su deportación no sea posible hacia su país de origen.
Este acuerdo ha sido fuertemente criticado por varios sectores. Manuel Flores, líder del partido de izquierda Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), no dudó en calificar la propuesta de Bukele como una estrategia para convertir a El Salvador en una suerte de “basurero internacional”. “¿Qué somos nosotros, un patio trasero para recibir a los desechos de otros países?”, cuestionó.
Por su parte, grupos defensores de los derechos humanos han advertido que este acuerdo podría tener implicaciones devastadoras para los solicitantes de asilo y refugiados. Según estas organizaciones, El Salvador no tiene una política coherente ni consistente sobre la atención a este tipo de migrantes, lo que deja abierta la puerta a la posible violación de derechos humanos. Además, el temor es que este acuerdo podría extenderse más allá de los criminales violentos, afectando a migrantes vulnerables.
La visita de Marco Rubio a El Salvador no solo se centró en este acuerdo migratorio. El senador estadounidense también estuvo presionando a otros países de la región para que cumplieran con las demandas de la administración Trump respecto a la migración. Rubio, quien estuvo presente en la pista de Panamá, observando un vuelo de deportación con 43 migrantes de Colombia, señaló que estas deportaciones son fundamentales para enviar un mensaje de disuasión a quienes intentan cruzar ilegalmente las fronteras de Estados Unidos.
Es importante resaltar que Rubio también está llevando a cabo una gira por Centroamérica, buscando que países como Costa Rica, Guatemala, y la República Dominicana colaboren más estrechamente con Estados Unidos en el control de la migración. Durante su estancia en El Salvador, Rubio se mostró optimista respecto al compromiso de Bukele, aunque no dejó de advertir sobre los retos que enfrentan los países de la región en términos de seguridad y cooperación internacional.
Sin embargo, no todo en la visita de Rubio fue únicamente sobre migración. En un contexto más amplio, la administración Trump está presionando a varios gobiernos para que se alineen con sus políticas sobre temas como el control de la migración masiva y el combatir la influencia de China en la región, como ocurrió en el caso de Panamá. En este sentido, el apoyo de El Salvador para recibir a migrantes deportados y criminales podría ser visto como parte de un movimiento estratégico más grande para estrechar los lazos con Washington.
Aunque Rubio destacó que este acuerdo es una medida para frenar la migración ilegal, no se puede negar que la presencia de El Salvador en este tipo de acuerdos trae consigo preguntas sobre sus implicaciones a largo plazo para la política migratoria de la región. ¿Realmente Bukele y El Salvador se están convirtiendo en un actor clave en la gestión global de migrantes, o esto es solo una jugada política para ganar favores con Estados Unidos?
El tiempo dirá si este acuerdo migratorio entre El Salvador y Estados Unidos es un éxito o una fuente de nuevas tensiones en la región. Por lo pronto, la jugada de Bukele ha capturado la atención de gobiernos, defensores de derechos humanos y, por supuesto, de los propios migrantes que podrían verse afectados por este polémico acuerdo.