Una zona federal fronteriza entre México y Estados Unidos será transferida al Departamento de Defensa, lo que permitiría al Ejército estadounidense controlar y vigilar ese territorio como si fuera parte de una base militar. Esta decisión del presidente Donald Trump podría cambiar radicalmente el trato a los migrantes, ya que las tropas tendrían facultad para detener a cualquier persona que ingrese al área, incluidos quienes buscan asilo.
La medida busca aprovechar un vacío legal: aunque las leyes prohíben que las fuerzas armadas actúen como agentes migratorios dentro del país, sí pueden intervenir si la zona es considerada una instalación militar. Trump lo sabe, y con esta jugada intenta sortear esas limitaciones legales mientras endurece aún más su política fronteriza.
Funcionarios de alto nivel confirmaron a The Associated Press que, aunque la propuesta sigue bajo revisión en el Pentágono, la intención es clara: usar a las tropas para contener el paso de migrantes. La estrategia ya está generando inquietud, y algunos expertos advierten que podría desencadenar demandas judiciales por el uso militar en asuntos civiles.

El terreno en disputa es la Reserva Roosevelt, una franja federal de 18 metros de ancho que corre desde Nuevo México hasta California. Hasta ahora estaba bajo el control del Departamento del Interior, pero un memorando presidencial publicado en viernes por la noche ordenó su entrega al Pentágono.
Si se concreta, esta maniobra podría ser un precedente histórico en la militarización de la frontera. Y aunque aún hay pasos legales por definir, para muchos es una señal clara: el gobierno de Trump está dispuesto a cruzar líneas constitucionales con tal de frenar la migración.