El bosque tropical que sirve de frontera entre Colombia y Panamá se ha vuelto en una vía de tránsito para los migrantes que buscan llegar a EU, a pesar del enorme peligro que implica.
Entre enero y agosto de este año, más de 102,000 personas han cruzado el Tapón del Darién, un área selvática y pantanosa de 5,000 kilómetros cuadrados que separa a Sudamérica de Centroamérica. La mayoría de ellas lo han hecho caminando por la ruta más ardua e insegura, desde Capurganá, Colombia hasta los territorios indígenas embera de Canáan Membrillo, Panamá, lo que puede tardar entre 7 y 10 días. Durante el trayecto se exponen a los múltiples peligros del terreno y a la violencia, incluso sexual, de grupos criminales presentes en la zona.
Este flujo migratorio está protagonizado por personas de Haití y Venezuela, principalmente, aunque también de países de África y Asia como Senegal, Camerún, Angola, Bangladesh, Ghana, Somalia, India y Nepal.
La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) estableció un punto de atención en la Estación de Recepción de Migrantes de San Vicente, Panamá, donde, en lo que va de año, se han realizado más de 22,000 consultas médicas y más de 1,500 consultas de salud mental.