Selva del Darién: cientos de cuerpos de migrantes esperan ser identificados en Panamá

Selva del Darién: cientos de cuerpos de migrantes esperan ser identificados en Panamá

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La selva del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, ha sido durante años un paso obligado para miles de migrantes que sueñan con llegar a Estados Unidos. Pero ese trayecto también se ha convertido en una trampa mortal: las autoridades panameñas han recuperado al menos 220 cuerpos de personas que perdieron la vida en la peligrosa ruta, aunque organizaciones advierten que la cifra real podría ser varias veces mayor.

Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), muchos sobrevivientes narran haber visto cadáveres en su camino, víctimas de ahogamientos, caídas, violencia o simplemente de la falta de agua y alimentos. “Casi todos reportaban haber visto cuerpos en la selva”, relató Edwin Viales, del Proyecto Migrantes Desaparecidos de la ONU. Algunos migrantes incluso contaron cómo debieron dejar atrás a compañeros de viaje moribundos, incapaces de ayudarlos.

El Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Panamá (IMELCF), con apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja, lidera ahora un proceso de identificación de los restos. La meta es darles nombre a las víctimas y respuestas a las familias que llevan años sin noticias de sus seres queridos. “Siempre pensamos que se trata de un hermano, un hijo o un tío de alguien que lo espera en casa”, explicó el doctor José Vicente Pachar, director del IMELCF.

El trabajo no es sencillo. Muchos migrantes no portaban documentos, algunos usaban papeles falsos y otros fueron enterrados de forma improvisada en la selva por compañeros de viaje. A esto se suma el clima extremo del Darién, que degrada rápidamente los cuerpos. Para avanzar, Panamá busca apoyo internacional en técnicas forenses y análisis genéticos que permitan cotejar el ADN de los restos con el de familiares en países de origen como Venezuela, Ecuador o Colombia.

La crisis migratoria en el Darién alcanzó su punto más alto entre 2022 y 2024, cuando cerca de un millón de personas cruzaron a pie el “tapón” selvático. Sin embargo, tras nuevas medidas migratorias de EE.UU. y países de la región, el flujo se redujo. Hoy, la prioridad para las autoridades panameñas no es solo gestionar el paso de quienes aún arriesgan su vida, sino también dignificar a los que no lograron salir con vida.

Para las familias, la espera es desgarradora. La Cruz Roja insta a reportar desapariciones y entregar muestras genéticas que permitan acelerar las identificaciones. “La incertidumbre de no saber dónde terminó un ser querido es un dolor inmenso. Nuestro deber es mitigar ese drama humano”, subrayó Alexandre Le Breton, jefe del CICR en Panamá.

Aunque el proceso puede tomar meses o años, el esfuerzo abre una puerta a la esperanza para miles de hogares en América Latina, África y Asia que un día despidieron a alguien rumbo al Darién y nunca volvieron a saber de él.

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