En la frontera entre México y Estados Unidos, el albergue Embajadores de Dios, ubicado en Tijuana, refleja un cambio drástico en la dinámica migratoria. Hace no mucho, el piso del recinto estaba cubierto por colchones, carpas y camas de migrantes que buscaban una oportunidad para cruzar a la potencia del norte. Hoy, en contraste, gran parte del espacio está vacío y desolado, mostrando que las llegadas migratorias han disminuido considerablemente, un fenómeno que muchos asocian con las políticas restrictivas de Donald Trump.
La portavoz de Acnur en México, Silvia Garduño, asegura que aunque no hay llegadas importantes a México, las causas de la migración como la violencia, la pobreza y la persecución en países como Haití o Venezuela siguen presentes. Con 44 centros para migrantes en Tijuana y ninguno operativo a más de la mitad de su capacidad, los cambios en el flujo migratorio son claros, pero las razones detrás de este fenómeno no han desaparecido.
Migración en Números: Una Reducción Dramática
Las estadísticas revelan una drástica reducción en las detenciones de migrantes al intentar cruzar la frontera. En abril, se registraron 8,000 detenciones, en comparación con 128,000 hace un año. Esta caída ha sido objeto de celebración para Trump, que considera que su política de línea dura está logrando frutos. Sin embargo, la realidad indica que el silencio en los albergues no significa que los migrantes se hayan rendido, sino que están buscando nuevos caminos para alcanzar su objetivo.
Judith Cabrera, directora de Border Line Crisis Center, advierte que el deseo de migrar sigue intacto a pesar de las circunstancias difíciles. Las historias de migrantes estafados por coyotes son cada vez más comunes. Muchas mujeres colombianas han sido engañadas, creyendo que podrían cruzar a Estados Unidos por una fracción del costo habitual, solo para terminar de vuelta en el mismo lugar donde empezaron, sin esperanza y desilusionadas.
Los migrantes se encuentran en un limbo caracterizado por la incertidumbre. Aunque muchos optan por esperar, la creencia de que las restricciones se aliviarán pronto persiste. Sin embargo, la decisión de quedarse en Tijuana puede ser problemática. María de Lourdes Madrano, directora de Centro 32, informa que los albergues están vacíos, pero las escuelas están repletas de niños migrantes, lo que indica que sus familias han decidido establecerse temporalmente en la ciudad.
Wilker Hernández, un joven venezolano que ha pasado un año intentando cruzar a EE.UU., expresa la frustración de no saber qué hacer. La llegada de un nuevo gobierno no garantiza mejoras, y el cierre de sistemas de atención migratoria ha dejado a muchos sin opciones. La esperanza de que se reabran estos mecanismos parece lejana, y muchos migrantes se ven obligados a adaptarse a una nueva forma de vida en Tijuana.
La retórica de Trump ha calado entre los migrantes, creando un ambiente de miedo y desánimo. Aunque la deportación masiva promesa puede parecer distante, la realidad es que la percepción de peligro está afectando la salud mental de aquellos que continúan soñando con un futuro mejor. Cabrera concluye que esta deportación mediática tiene consecuencias profundas, no solo en el camino físico hacia EE.UU., sino también en el bienestar emocional de los migrantes.
En conclusión, la realidad de la migración hacia Estados Unidos está en constante transformación. A pesar del silencio en los albergues y la disminución de llegadas a Tijuana, las razones que impulsan a los migrantes a buscar una vida mejor no han desaparecido. Los desafíos son enormes, pero la perseverancia sigue siendo la característica más destacada de aquellos que se atreven a soñar con el sueño americano. La esperanza de un mejor futuro continúa viva, aunque las calles de Tijuana puedan parecer vacías.