En lo que va de 2025, Estados Unidos ha deportado a más de 324 mil migrantes, según datos oficiales del gobierno. La cifra refleja la intensidad de las medidas migratorias actuales, que han derivado en miles de retornos hacia distintos países de América Latina.
De acuerdo con el reporte, México, Honduras, Guatemala y El Salvador encabezan la lista de naciones que más personas han recibido tras ser expulsadas del territorio estadounidense. Tan solo en el caso de México, los retornos superan los 100 mil, lo que genera una presión adicional en albergues y comunidades fronterizas.
Autoridades estadounidenses señalan que estas acciones buscan “mantener el orden en la frontera y garantizar la seguridad nacional”. Sin embargo, organizaciones defensoras de derechos humanos han advertido que muchas de estas deportaciones incluyen a personas que podrían tener solicitudes legítimas de asilo.
En ciudades como Guadalajara, Tijuana y Tapachula, se han registrado testimonios de migrantes que narran la dificultad de enfrentar un regreso inesperado. Algunos aseguran que no tuvieron oportunidad de presentar sus casos ante las autoridades migratorias de EE. UU., mientras que otros mencionan que fueron separados de familiares durante el proceso.
Expertos en migración subrayan que las cifras de este año confirman una tendencia de endurecimiento en la política migratoria estadounidense. A la par, los países de la región se ven obligados a redoblar esfuerzos para atender a las personas repatriadas y garantizar condiciones mínimas de reintegración.
Con más de 324 mil deportaciones registradas hasta agosto, 2025 se perfila como uno de los años con mayor número de expulsiones en la última década. La situación abre un nuevo debate sobre la viabilidad de las actuales estrategias de control migratorio y los retos que enfrentan los gobiernos latinoamericanos ante el retorno masivo de sus ciudadanos.